Después de las elecciones, hay que tomar en consideración las demandas que han fortalecido el euroescepticismo en la opinión pública.
Sería un grave error político, tras las elecciones europeas del 26 de mayo, fingir que todo seguirá como antes, solo porque soberanistas y antieuropeos no han modificado, básicamente, la mayoría parlamentaria en Estrasburgo. O solo porque ha habido una respuesta electoral mayor, especialmente de los jóvenes, señal de una mayor exigencia y necesidad de Europa.