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Para que no parezca una teoría

Alberto Sánchez

Una historia que contar
Soy Alberto, tengo 23 años y soy informático y alumno del Instituto Universitario Sophia. Decidí venir porque quiero llevar a quienes me rodean el ideal de la unidad, y concretarlo en la sociedad. Hace unos meses, inmerso en el mundo laboral, hablaba con mis compañeros de muchos temas. Los que siempre estaban en el centro de atención, porque nos tocaban a todos, eran la economía, la política, la familia, etc. Veía que en todos estos temas faltaba una raíz profunda que les diera un sentido para que sirvieran a las personas a vivir en relación unos con otros. Todo se veía como un trámite para crecer en mundos separados, donde cada uno se desarrollara según sus necesidades en torno a fundamentos como la comodidad, la satisfacción, etc. Interesándome más por mis compañeros, descubrí que todos buscaban algo más en la vida que lo que nos ofrece la sociedad occidental de hoy. Pero ya habían perdido la ilusión y las ganas de buscar unos valores plenos que llenaran ese vacío. Conforme los escuchaba sentía en mí la necesidad de contarles que se puede ir contra corriente, mejorar los defectos de hoy y cambiar las estructuras, dotándolas de un sentido que sirva a la persona y no al revés. Sin embargo, eran palabras sin fundamento, todo lo que les decía parecía una teoría más de las que se ofrecen hoy, sin una experiencia detrás que la respaldara. La historia reciente está tan llena de ideas para cambiar el mundo, pero hoy ya no se cree en las teorías. Sé que este Ideal es la solución a estos problemas, pero no quiero que parezca una teoría más, sólo palabras. El punto más importante del Ideal que Chiara nos ha enseñado es el de vivirlo y testimoniarlo con hechos. Me di cuenta de que, si quería enseñar a los demás ésta solución, debía ser el primero en vivirla, y demostrar con hechos que es real. Decidirme a venir a Italia no fue fácil. Significaba dejar un trabajo bien remunerado, cómodo, sin preocupaciones, con un ambiente perfecto entre los compañeros y con unas expectativas muy buenas de crecer profesionalmente. Los amigos me preguntaban cómo era capaz de dejar un trabajo tan bueno en una situación de crisis como la que está viviendo España. Uno de los momentos más difíciles fue cuando mi jefe me propuso estudiar otro máster en Madrid con todos los gastos pagados. Entonces me di cuenta de que estaba haciendo una opción radical, dándole un giro a mi vida. Estaba abandonando un camino que quizás me habría llevado a una vida tranquila, con todas las necesidades cubiertas, etc. Pero sentía más fuerte el deseo de darme a los demás. Y la providencia no se hizo esperar, evidenciando que Dios nunca se deja ganar en generosidad. Al poco de apuntarme me llamaron para trabajar en las labores informáticas de la universidad, pudiendo así continuar mi carrera profesional en un ámbito que me gusta más que lo que hacía en mi anterior trabajo.

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