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articulo

Jóvenes y sectas

Alfredo del Álamo

Vulnerabilidad social El tipo de secta atractiva para el joven de hoy ha cambiado con respecto a hace veinte años. Conclusiones de un grupo de trabajo sobre este tema.
Desde hace unos pocos años se ha detectado en España un aumento de adeptos a sectas destructivas y a grupos con características sectarias, cosa que no ocurría desde finales de los 80. Y las personas más susceptibles de ser captadas por sectas son los adolescentes, los inmigrantes, las mujeres y –¡novedad!– también prejubilados y ancianos. Según datos de la comisión interministerial que se ocupa de este asunto, un 2% de los jóvenes españoles pertenece de lleno o está influido por una secta, y un 15% muestra rasgos de vulnerabilidad ante las sectas, es decir, factores sociales o de personalidad que son riesgo para caer en un grupo sectario. El tipo de secta atractiva para el joven del siglo XXI ha cambiado con respecto al de hace veinte años; por ello los grupos sectarios (¡cerca de mil en España!) tienden a presentarse como algo diferente de la religión típica. Por una parte, están las sectas de “tipo psicológico”, que ofrecen métodos de mejora personal, autoconocimiento y librarse de angustias íntimas. Por otra parte están las sectas de “tipo social”, que ofrecen idea-les de cambio ante una sociedad corrupta (fraternidad universal, ecologismo planetario, etc.). También se encuentran las sectas de “tipo esotérico”, incluidos los grupos satánicos, que ofrecen obtener capacidades paranormales, poderes mágicos, contactos con extraterrestres, etc. Finalmente, y aunque parezca raro, están muy en boga unas sectas de “tipo materialista”, que se centran en ofrecer al joven éxito económico, laboral y social. En un grupo de trabajo hemos detectado unos veinte factores que pueden ir creando debilidad del joven ante el proselitismo de una secta, y caer posteriormente en ella. Si se identifican siete de estos factores en el joven, ya existe riesgo cierto de mostrar una “personalidad presectaria”. Podemos señalar algunos de estos factores sociales de riesgo: ser adolescente de corta edad, estar en una situación de crisis (fracaso escolar, divorcio de padres, muerte de un pariente, cambio de ciudad, abandono del novio/a), rechazo temprano del joven e incluso abandono por parte de uno de los padres. También son factores de riesgo el tener padres sobreprotectores o excesivamente exigentes y autoritarios, sufrir malos tratos en la infancia (verbales, físicos o sexuales), tener una madre absorbente (vínculo dependiente) junto con un padre frío y ausente (carencia afectiva), los conflictos familiares latentes o declarados… Y asimismo podemos apuntar otros factores de riesgo de tipo personal: falta de autoestima e inferioridad en el joven, temor ante el mundo externo, estar en soledad (sin amigos, familia o pareja), inmadurez emocional general, sufrir depresión clínica, tendencia al aburrimiento con desorientación de valores en la vida, mostrar un idealismo ingenuo y misticismo, tener necesidad de unas indicaciones esquemáticas y absolutas por parte de un líder, también haberse desilusionado con la religión “ortodoxa” en la que se crió el joven, mostrar insatisfacción con la vida actual que lleva, sufrir algún tipo de desarraigo (cultural, racial, lingüistico)…

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