Los bancos ante la crisis financiera
El mal del capitalismo contemporáneo es la progresiva transformación de los bancos en sujetos especuladores.
Tras el hundimiento de la Washington Mutual, que se sumó al hundimiento de otros bancos y fondos americanos a lo largo de las semanas anteriores, era claro que estábamos ante la crisis financiera más grave desde la del año 29. Baste pensar que la suma que Henry Paulson le pidió al Congreso norteamericano para afrontar y cancelar los títulos “tóxicos” de los bancos asciende a 700.000 millones de dólares, cifra equivalente al cinco por ciento del producto interior bruto de Estados Unidos.
¿Estamos llegando al fin del capitalismo? Quizás no, pero es probable que estemos ante el fin de cierto tipo de capitalismo, el financiero y especulativo, que ha crecido demasiado en las dos últimas décadas, y la crisis actual sólo es una elocuente expresión de ello, aunque no la única.
Las causas de esta crisis tienen raíces muy profundas, tanto en el sistema financiero como en los estilos de vida y consumo. Una primera causa es que la función de la banca se ha desnaturalizado. Las instituciones bancarias y financieras son indispensables para la economía moderna. La banca fue y sigue siendo un cauce de transmisión social entre generaciones (el ahorro de los adultos permite hacer inversiones en pro de los jóvenes), así como entre familias y empresarios. La banca y las finanzas son pues instituciones esenciales para el bien común. Los primeros bancos populares fueron los Montes de Piedad franciscanos, que aparecieron en el siglo XV como medio para liberar a los pobres de las garras de la usura.
El mal del capitalismo contemporáneo es la progresiva transformación de los bancos en sujetos especuladores, y especulador es alguien que tiene como finalidad llevar al máximo los beneficios. La actividad que lleva a cabo no tiene valor intrínseco, sino que sólo es un medio para enriquecer a los accionistas.