En este repaso conmemorativo de nuestros cincuenta años, que concluiremos en el próximo número, no podía faltar un capítulo sobre las dimensiones reales de Ciudad Nueva. Por una parte, en lo que a nuestra edición se refiere, conviene señalar que, siendo una publicación abierta a un amplio espectro temático pero de periodicidad mensual, hay que considerarla en el conjunto de sus once número anuales, pues evidentemente en uno solo no cabe todo lo que podíamos decir. Por otra parte, teniendo en cuenta lo que hemos venido diciendo en esta serie de editoriales, nuestra edición no es una isla, sino que tiende puentes hacia el resto de ediciones. Estas dos coordenadas se prolongan en el tiempo (los once números) y en el espacio (las demás ediciones); no se ven, pero definen ese punto con el que el lector se encuentra cuando abre un determinado número: una determinada pagina.
La primera coordenada ha sido el objeto de nuestra atención hasta ahora; esta vez vamos dedicarle este espacio a las demás ediciones. Un fragmento que recogemos del número de diciembre de 1958 de la edición italiana dice así: “Hace un año, para satisfacer el deseo de los lectores que nos escribían desde el extranjero, empezamos a imprimir a ciclostil la traducción a varias lenguas de los artículos más importantes (...) fue la semilla que dio vida a un árbol, es más, varios árboles: Neue Stad, Nouvelle Citè, New City, Cidade Nova y Ciudad Nueva”. El texto sigue diciendo: “Hoy en la redacción (...) hay redactores fijos para las lenguas alemana, francesa, inglesa, española y portuguesa”; y después añade: “Cada uno expone y explica el material que ha recogido, y cada nación aporta algo suyo, original y utilísimo; y toda esta variedad resulta unificada y vivificada por la caridad que nos une”. Hace cincuenta años de esto, y aquella redacción duró poco, pues enseguida surgieron las distintas ediciones que funcionaban de manera autónoma.
Hoy, aunque a distancia, aquel diálogo entre las distintas redacciones sigue adelante. Éstas se han multiplicado hasta llegar a casi todas las latitudes (ver recuadro de la página 33), y un fruto concreto de esa colaboración son las firmas que aparecen en nuestras páginas. Nos permiten tener una lectura de los hechos que reflejamos desde el lugar donde se producen. Es ésta una colaboración enriquecedora que se ha ido desarrollando entre las distintas redacciones, aun conservando su propia autonomía. Hoy la tecnología nos permite volver a aquella redacción de hace cincuenta años sin necesidad de estar localizados en un lugar determinado, o mejor aún, con localización global.