Notker Wolf ha sido abad primado de la Confederación Benedictina durante más de quince años. He tenido ocasión de escucharlo en directo y, más que una elevada disertación teológica, el abad expuso experiencias concretas, muchas de ellas vividas en primera persona y otras descubiertas en sus numerosos viajes alrededor del mundo. En práctica, la suya es una invitación a superar la desconfianza y los muros entre las distintas religiones.
Diálogo existencial
«La familia benedictina –dice Wolf– lleva muchos años practicando el diálogo interreligioso, pero no desde la teoría sino desde la vida concreta y cotidiana». De hecho, los primeros contactos que menciona se refieren a unos monjes budistas que estuvieron viviendo en un monasterio benedictino. Más tarde llegarían los contactos con monjes zen.
El abad Wolf propone superar la categoría del diálogo interreligioso y situarse en la «amistad interreligiosa», que abarca el diálogo pero va más allá: «No es posible el diálogo entre las religiones sin mutuo conocimiento. Debemos aproximarnos, abrirnos, percibir al otro. En el diálogo existencial interreligioso llegamos a valorar al otro como a nosotros mismos. Ambos somos aprendices y queremos construir juntos el futuro de la gran familia humana. Eso necesita tiempo y apertura».
Respeto entre culturas
A la luz de estas palabras del abad Wolf se comprende mejor la invitación a no quedarse en una actitud pasiva en este campo, sino saber acoger al otro como a uno mismo, más allá de credos o razas. El asunto enlaza bien con la actual situación de los refugiados que huyen de las guerras.
Según Wolf, no basta con acogerlos. Si el proceso quiere ser completo y no producir conflictos en el futuro, hace falta una auténtica integración. Para ello, el punto clave está en el necesario diálogo y el respeto entre una cultura y la otra.
En Occidente, a partir de la Revolución Francesa, se ha producido una neta separación entre los ámbitos secular y religioso, mientras que el Islam mantiene la vivencia religiosa como algo unido a la cultura y las costumbres. De ahí la necesidad de integración. Y los refugiados podrán integrarse en Europa si se da un auténtico respeto mutuo.
Es cierto, dice el abad Wolf, que los refugiados han sufrido mucho y algunos han pasado por largos calvarios para llegar a Europa, pero deben recordar que es necesario respetar la cultura de quien los acoge y hacer el esfuerzo de abrirse para conocerla: «La hospitalidad supone una reciprocidad; no es ilimitada. Supone al menos respeto por parte del hospedado».
Valores fundamentales
Wolf se dice esperanzado en este proceso que vive Europa: «Quizá los refugiados nos ayuden a volver a nuestras raíces y redescubrir nuestros valores. Democracia y libertad son parte de nuestros valores fundamentales y no podemos desprendernos de ellos».
Al respecto subraya la labor que se lleva a cabo en Italia, donde está en vigor un «Pacto nacional para un Islam italiano» cuyos veinte enunciados constituyen el compromiso que asumen las asociaciones islámicas y el Ministerio del Interior italiano, como «promover la formación de imanes y guías religiosos que puedan asegurar la actuación plena de los principios civiles de convivencia, laicidad del Estado, legalidad, paridad de derechos entre hombre y mujer, en un contexto caracterizado por el pluralismo confesional y cultural».
O también: «Sostener y promover actos públicos de las comunidades islámicas, valorizando la aportación del patrimonio espiritual, cultural y social que las comunidades musulmanas ofrecen al país». Sin duda, un valioso ejemplo en la línea de la integración que propone el abad Wolf.