El Papa está preocupado por la falta de referencias familiares y sociales y, en especial, por aquellos jóvenes que están solos. Así lo manifestó en su discurso al mundo de la cultura de París, durante su viaje con motivo del 150 aniversario de las apariciones de Lourdes. El Papa, en lo que lleva de pontificado, no ha cesado de mostrar su predilección por los jóvenes; pero también ha manifestado su inquietud.
En este discurso, hizo hincapié en la necesidad de la búsqueda de Dios y de la libertad plena y verdadera. Apuntaba dos riesgos: la arbitrariedad subjetiva (nuestro actual “todo vale”) y el fanatismo fundamentalista (no sólo el religioso). La libertad, dijo, tiene como límites el entendimiento y el amor, y si se convierte en una libertad sin vínculos o con arbitrariedad, entonces supone su destrucción.
Los jóvenes llevan intrínseca la búsqueda de la libertad, de grandes valores, de sueños… Pero en esta sociedad actual no podemos negar que cierto riesgo hay, entre otras cosas, porque la corriente consumista y nihilista es muy fuerte. En la homilía de la misa en la Explanada de los Inválidos de Lourdes, el Papa llamó a los jóvenes a «rechazar los ídolos modernos del dinero, el poder, el tener o incluso el saber, para volver a la relación con Dios y buscar la verdadera felicidad».
¿Tiene motivos para estar preocupado? La realidad es que sí. En especial con las cada vez menos numerosas vocaciones al sacerdocio –¡con la falta que hacen!– o con la disminución de matrimonios por la Iglesia, o los muchos que se rompen, además de los jóvenes que caen en las drogas, las chicas que abortan, etc.