La Iglesia conmemora la Asunción de María desde los primeros siglos del cristianismo, pero fue en 1950 cuando Pío XII definió el dogma: «La Inmaculada Madre de Dios, cumplido el curso de su vida terrena, fue subida en cuerpo y alma a la gloria celestial». Esta fiesta se celebra el 15 de agosto y cuenta con una gran devoción en muchos pueblos y ciudades de España.
La literatura y el arte nos han transmitido el misterio de la muerte y asunción de la Virgen, y aún hoy en varios lugares de nuestro país podemos asistir a su representación teatral. Además del conocido Misterio de Elche, el 14 y 15 de agosto se escenifica el Misteri de la Selva. Se trata del drama litúrgico más antiguo escrito en lengua catalana sobre este tema. El manuscrito de finales del siglo XIV se custodia en el archivo diocesano tarraconense.
El argumento de estas representaciones se inspira en la Leyenda Dorada escrita por Jacobo de Vorágine en 1265. El texto explica la fiesta más antigua dedicada a María: su paso de la muerte a la vida y su ascensión al cielo. La Virgen, estando en oración, recibe la visita del arcángel Gabriel, quien le comunica que su muerte está próxima. El ángel le ofrece una palma traída del paraíso, indicándole que los discípulos de Jesús debían llevarla delante del ataúd. María le pide a Gabriel que los apóstoles se reúnan con ella, pues quiere despedirse de cada uno antes de morir. Varios textos apócrifos relatan que fueron llamados por el Espíritu Santo en los lugares donde estaban predicando y traídos a su presencia sobre nubes.
No sólo la literatura; también las artes plásticas representan con imágenes estos mismos hechos que describe la Leyenda Dorada. De hecho, la figura más representada en el arte cristiano, después de Jesús, es la de la Virgen, por su trascendencia como Madre de Dios. El culto a María se remonta a los primeros momentos del cristianismo, y prueba de ello son las representaciones de su imagen en el arte.