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Aún hay mucho que hacer

Celia Miñano / Marta Zavala

Miles de refugiados, que arriesgan su vida para llegar a Europa con la esperanza de que les cambie la vida, viven en condiciones infrahumanas en campos en Grecia. Europa los ha ignorado. ¿Podemos hacer algo? Marta Zavala y Celia Miñano nos demuestran que sí. Y mucho. 


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Mezcla de sentimientos

 
Celia Miñano es una joven médico de Aljucer (Murcia). Al terminar sus estudios y aprobar el MIR, en vez de tomarse unas merecidas vacaciones, decidió irse a una isla griega en la que hay un campo de refugiados. Después de tres semanas trabajando intensamente ha regresado a Murcia para relatar su experiencia y proponer una recogida de alimentos y productos sanitarios para enviar a Siria. La Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio se encargará de costear el transporte hasta Siria y su distribución en las zonas más necesitadas, como Alepo o los campos de desplazados. 
 
Así describió su experiencia a los miembros de la asociación ACLF Aljucer: «Al estar en Grecia como voluntaria independiente, comprobé que la ayuda que se consigue en este tipo de recogidas era la que nos permitía dar de comer y vestir a los refugiados. Al volver a España, tenía claro que hay que seguir trabajando por ellos desde aquí, y por eso decidí formar parte de esta campaña, y doy charlas contando mi experiencia allá donde tengo oportunidad. 
 
»Soy médico. Un día vi por televisión a un compañero de profesión llorando por no poder salvar la vida de una persona. No tenía a nadie ayudándole, ni ningún medio, solo sus manos y su voluntad. Me removió algo. Hasta entonces, había visto miles de imágenes de esta crisis, como la del pequeño Aylan ahogado en la playa, pero no había sentido que yo podía hacer algo. 
»Ya en Grecia, trabajé con un grupo de voluntarios, y aunque no llevé a cabo labores sanitarias, fue igualmente gratificante. Ves que para ayudar no se necesitan grandes conocimientos. Patrullábamos la costa, ayudábamos en el desembarco, cambiábamos a los niños mojados, lavábamos la ropa para reutilizarla, ayudábamos a otras ONGs distribuyendo comida en los campos… He sentido muchas cosas, mezcladas: estabas feliz y al minuto siguiente frustrada. Sentía un gran alivio cuando iba bien un desembarco. Esa felicidad contagiosa de los niños. Gratitud, sobre todo; gratitud sincera. Frustración cuando las autoridades no nos dejaban ayudarles. Rabia y vergüenza al ver la situación que los gobiernos europeos han creado allí y el trato inhumano por parte de las autoridades. Muchos sentimientos y aunque ha sido una experiencia dura la repetiría una y otra vez».
 
 

#RoadToGreeceProject

 
Marta Zavala estudia ADE en Madrid y es la creadora de un proyecto que acaba de nacer con el fin de dar voz en las redes sociales a todos los refugiados que están llegando a las costas europeas. Para ello, este verano viajará junto con otros voluntarios hasta el campo de refugiados de Atenas con un objetivo: romper el vacío informativo sobre esta tragedia entre los jóvenes españoles. Además, ha lanzado una campaña de crowfunding «para que el dinero no sea una barrera cuando hablamos de solidaridad». 
Nos cuenta que el proyecto surgió de repente: «Estaba planeando mi verano cuando vi en las noticias la visita del Papa a Lesbos. Y vi cómo mi bonito mar Mediterráneo ya no lo era: la gente está muriendo allí. Al principio, me justifiqué a mí misma: yo no era culpable de la guerra en Siria. Además ya había mostrado mi inconformidad en las redes. Pero cuando vi aquello en las noticias, sentí la necesidad de hacer algo más, se lo comenté a mi hermana y me dijo que otras dos chicas estaban pensando ir a un campo de refugiados, y quise sumarme. Claro que de decirlo a hacerlo hay un paso. Al investigar, vi que había mucha gente movilizada, y me llamó la atención que nadie de mi entorno se hubiese movido. Muchas amigas se habían ido a África, pero parece que no había información de la situación en Grecia.
 
»Un interrogante permanecía: ¿Cómo puedo ayudarles realmente? Y entonces lo vi claro: ¿Por qué no dar un vuelco al uso de las redes sociales? En vez de ese escaparate de arrogancia habitual, usarlas para movilizar a la gente a un buen fin. Abrí un blog, un canal de YouTube, una página de Facebook y un correo, y grabé un vídeo en inglés explicando mis motivos para ir allí. La acogida y el interés por el proyecto han sido increíbles. La gente solo necesita una pista, un empujón para ser solidaria. Los jóvenes estamos más concienciados de lo que creemos; solo nos faltan los recursos para despertar el amor al prójimo.
 
»Quiero ir a las costas griegas para trabajar por la gente y con la gente, para tener esa experiencia cara a cara. Quiero cambiar mi actitud ante la crisis, levantarme contra la indiferencia que Occidente está mostrando ante este problema global, que nos afecta a todos. Quiero ayudar, y esta es mi opción personal. Porque nadie sabe cuál será el alcance de nuestros actos, o cuánto impacto podemos llegar a tener en la vida de alguien. Pero por eso mismo, merece la pena intentarlo».




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