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Noche de estrellas

José Prieto

Las noches de verano son propicias para salir y disfrutar junto a otros del cielo estrellado. Y más este año, en que la más famosa lluvia de estrellas se produce en noches sin Luna


El cielo estrellado ha fascinado al hombre desde la antigüedad. En una época en la que no existía la luz artificial, el cielo era completamente negro y su visión debía de ser mágica, incomprensible y, en ocasiones, sobrecogedora.

Sin llegar a disponer actualmente de un cielo de esas características, podemos disfrutar también del firmamento, sobre todo si estamos de vacaciones. Para ello, hay que alejarse algunos kilómetros de la ciudad y buscar un sitio oscuro, con horizonte despejado, preferiblemente en el monte y sin luces que nos deslumbren. Las playas, dada la humedad, no suelen tener un cielo muy transparente, pero la oscuridad reinante, sobre todo en la zona del mar, puede servir para su contemplación. Si estamos en una gran ciudad, necesitaremos alejarnos varias decenas de kilómetros.

Para disfrutar del cielo estrellado es necesario que no haya Luna. Sin ella, se pueden ver hasta 3000 estrellas; con Luna llena, solo unas 300. Las noches entre el 11 y 20 de julio y las comprendidas entre el 10 y 18 de agosto la Luna no molestará, por lo que pueden ser ideales para contemplar las estrellas.

¿Cómo preparar una observación? En primer lugar, coger ropa de abrigo (aunque sea verano), comida y agua, algunas linternas (cubiertas con celofán rojo para no deslumbrar), mantas, sillas o hamacas para poder tumbarse mirando al cielo. Una vez nos acomodemos, esperar unos veinte minutos para que la vista se acostumbre a la oscuridad.

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