La política no es algo que me llamase la atención, pero empecé a preguntarme el porqué de tantos amiguismos, enchufes y poca seriedad. Acabé muy desganada y con un concepto muy malo de los políticos.
No obstante, con el tiempo me he dado cuenta de que no sirve de nada criticar y quejarse si luego no hacemos lo que esté en nuestras manos para cambiar las cosas. Así que cuando se me ofreció participar de forma activa en una plataforma ciudadana recién creada, decidí unirme.
Este grupo tiene una forma de pensar que se corresponde bastante con la mía: poner a las personas por encima de la ideología, darle valor a los proyectos, escucharnos (aunque pensemos de formas distintas) e intentar que la política nos una y no genere divisiones entre nosotros.
Todas estas ideas me encantaron desde el principio, pero cuando fui a mi primera reunión con la gente de la plataforma ciudadana, me di cuenta de que en numerosas ocasiones los jóvenes hablamos demasiado rápido, opinamos de cualquier cosa y, en realidad, a algunos nos falta bastante formación. Por eso tuve que replantearme cómo iba a participar en política, ya que había varios aspectos que entendía que se me quedaban un poco “grandes”.
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