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Jóvenes y política, más que compatibles

María Rejano

Gracias a las nuevas tecnologías y el impacto de las redes sociales, la actitud de los jóvenes hacia la política y la relación con sus representantes ha dado un giro drástico.


A través de redes como Twitter o Facebook pueden dar sus opiniones e incluso influir sobre los líderes de los partidos políticos. Vemos que el concepto de comunicación política ha cambiado, pues ahora, tal y como afirma el consultor Eduardo Baeza, es, paradójicamente, «detrás de un teclado» donde los políticos pueden enseñar «su cara más humana y cercana».

Sin embargo, aunque las distancias se hayan acortado, el 50% de los votos en blanco de las elecciones de 2011 vino de jóvenes menores de 34 años. ¿Cuál es la causa de esta desafección política? Pablo Alcolea, profesor murciano, opina que el desinterés que presentaban los jóvenes hace unos años fue fruto del estado de bienestar en el que vivían, que hacía que la política no afectase de manera directa a las familias.

En la actualidad, muchos jóvenes, desencantados con el bipartidismo imperante hasta ahora, que solo da pie a «favoritismos, corrupción y falta de motivación por mejorar», están afiliándose a nuevos partidos, cuyo objetivo fundamental es combatir la corrupción y promover una regeneración política. Y es que, fruto de las malas prácticas de algunos políticos, la desconfianza de los jóvenes hacia ellos ha crecido en los últimos años. El diario Qué lo concreta en un 90%. No obstante, según el último estudio del Cambridge Monitor, realizado a jóvenes de entre 16 y 24 años, este año sólo un 26% de los jóvenes no irá a votar. Dándole la vuelta, vemos que un 74% de la juventud española va a ejercer su derecho al voto, un porcentaje muy elevado comparado con las encuestas de años atrás.

Y es que no todo es negativo. La crisis nos ha hecho madurar como sociedad, ha despertado el interés por la política en jóvenes y no tan jóvenes, que están empapados de información, que saben contrastarla para no ser manipulados, que han aprendido a ser justos, equilibrados y a exigir responsabilidades a sus representantes políticos, sean de la formación que sean. Así, con un panorama más esperanzador, sólo resta formarse e informarse para distinguir las fortalezas y debilidades de cada partido y no zanjar la conversación con un «son todos iguales», ya que el futuro político de nuestro país depende en gran medida de nosotros.

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