Mirada limpia, sonrisa dulce y cierto aire de tristeza que se acentúa cuando habla de los trágicos acontecimientos en el país que se ha convertido en su patria por propia decisión.
–Ghada, ¿qué te ha hecho volver a Siria?
–A los veinte años dejé a mi familia y mi patria por seguir a Dios. En septiembre de 2013, cuando decidí volver a Siria, tenía el mismo entusiasmo. No me asustaba la idea de que podría morir. Me atraía mucho más el deseo de vivir al lado de las personas que había ido conociendo; quería que sintieran que no se les había abandonado. Me impulsó el deseo de compartir su vida, sus temores, su precario modo de vivir cotidiano. Aquí las bombas estallan cuando menos te lo esperas.
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