Llevo mucho tiempo con el sufrimiento de no tener una vocación: ni la consagración religiosa, ni el matrimonio. ¿Tengo que considerarme una cristiana de serie B, o también estoy llamada a la santidad? ¿Dónde está mi sitio en la pastoral de la Iglesia?
G. N. R.
Intuyo, por lo maduro e hilvanado de su pregunta, que me encuentro ante una mujer todavía joven y preocupada por su compromiso cristiano. Puedo anticipar que la respuesta estará llena de consuelo y esperanza.