Durante el curso 2013-2014 en la Nanyang Technological University de Singapur entre jóvenes de todo el mundo: el diálogo y la escucha son elementos «esenciales» para evitar choques culturales.
Disfrutar conociendo a los demás y a mí mismo. En la universidad era frecuente oír a compañeros de países desarrollados hacer comentarios despectivos de otros países, culturas o razas, dando lugar a un enfrentamiento multicultural, todos contra todos. Cuando quedábamos para salir, algunos se sentían heridos y yo les hablaba de lo importante que es escuchar y tratar de comprender. Con el tiempo fuimos construyendo una relación de amistad sincera en el grupo.
Por otro lado, las prácticas de empresa en la oficina de la UCAM en Singapur me sirvieron para acercarme a la cultura empresarial de Asia. El jefe era un malasio de etnia china que había trabajado en Japón, China, Vietnam, Malasia y otros países asiáticos, además de Alemania y España. Compartía su experiencia con nosotros, subrayando las diferencias de la cultura empresarial entre estos países, lo que daba lugar a un intenso diálogo.
La ayuda de John, Luciana, Vincent o de la familia Tan fue crucial para ir adentrándome poco a poco en la cultura asiática. Me explicaban las cosas que se suelen hacer en Singapur, invitándome a sus casas para compartir con ellos celebraciones o cualquier tarde para hablar. Su apoyo fue inmenso, especialmente cuando peor lo estaba pasando, haciendo que me sintiera como en casa.
En los viajes que hice a Malasia, Tailandia, Indonesia y Filipinas, además de las visitas turísticas a Camboya y Hong Kong, pude participar en proyectos sociales y conocer a gente de todos los rincones del mundo. Esto me permitió ver la otra realidad del sudeste asiático: pobreza, abandono, desigualdad…, la profundidad del dolor de cada uno y, al mismo tiempo, la alegría con la que vivían.