Palabra de vida - junio del 2008
“Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él” (Jn 3, 24).
“Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él” (Jn 3, 24).
Cuando uno ama, quiere estar siempre con la persona amada. Éste es también el deseo de Dios, que es Amor. Nos creó para que podamos encontrarnos con Él, y no tendremos la alegría plena hasta que lleguemos a la íntima unión con Él, pues es el único que puede colmar nuestro corazón. Bajó del cielo para estar junto a nosotros e introducirnos en su comunión.
Juan, en su carta, habla de “permanecer” el uno en el otro: Dios en nosotros y nosotros en Él, recordando la exigencia más profunda que había manifestado Jesús en la última cena. “Permaneced en mí y yo en vosotros”, había dicho el Maestro, explicando con la alegoría de la vid y los sarmientos lo fuerte y vital que es el vínculo que nos une a Él.