Este plato era tradicional en mi casa en Navidad. Lo hacía mi madre, que era una buena cocinera. Cuando faltaron mis padres, mantuvimos en casa una comida en esas fechas. A mi hermano no le podían faltar los famosos niños “fajaos” y el resto de la familia también los esperaba. Entonces, me tocó a mí cocinarlos.
Hace dos años, por mis límites ya normales de la edad, me “liberaron” de esta tarea, que pasó a mi cuñada. Pero el año pasado, sentí que para ser más “familia” podía volver a hacerlo por amor, de manera que al menos mi cuñada no tuviera que hacer este plato.