Celibato y virginidad/7
Con esta entrega termina el estudio sobre el significado de la donación a Dios según el Nuevo Testamento.
El capítulo 7 de la Primera Carta a los Corintios prosigue así a partir del versículo 32: «Yo os quisiera libres de preocupaciones. El no casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor. El casado se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer; está por tanto dividido. La mujer no casada, lo mismo que la doncella, se preocupa de las cosas del Señor, de ser santa en el cuerpo y en el espíritu. Mas la casada se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido. Os digo esto para vuestro bien, no para tenderos un lazo, sino para moveros a lo más digno y al trato asiduo con el Señor, sin distracciones».
«Libres de preocupaciones». Hay un claro paralelismo entre las «preocupaciones» de este versículo y la «angustia presente» del versículo 26 y la «tribulación en la carne» del versículo 28. Y del mismo modo que estas preocupaciones no tienen sentido escatológico, también en los versículos anteriores se trataba de problemas contingentes y no de la futura venida del Señor.
«El no casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor». Así es como indica Pablo el verdadero motivo de la superioridad del celibato. Es un motivo cristológico y no humano. Implícitamente afirma con esto que el celibato es superior al matrimonio sólo por motivos sobrenaturales. Si fuese por razones sólo naturales, quizás el matrimonio sería superior a la virginidad.
«Cómo agradar al Señor». Con esto no quiere significar una actitud exterior meramente superficial, sino adecuar la existencia al Evangelio de Cristo negándose uno a sí mismo.