El mundo vive bajo la amenaza de epidemia de ébola más mortífera desde que hay datos.
El ébola es un virus que altera las células endoteliales, que recubren el interior de los vasos sanguíneos y sobre todo de los capilares, dañando los vasos sanguíneos y las plaquetas y haciéndolas incapaces de coagular, lo que provoca hemorragias internas y externas hasta causar la muerte. Una enfermedad muy grave con una tasa de mortalidad que oscila entre el 25% y el 90%, dependiendo de la cepa del virus. Se desconoce su origen, pero se cree que está en los murciélagos frugívoros, es decir, los que se alimentan de frutos. El virus se detectó por primera vez en 1976 en un poblado de la República Democrática del Congo, cerca del río Ébola.
El virus afecta a las personas y a los primates. Se introduce en la población humana por contacto estrecho con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales de animales infectados. Luego se propaga por transmisión mediante contacto directo de persona a persona, o por contacto indirecto con materiales contaminados por los líquidos corporales. El mayor riesgo de contagio lo corre el personal sanitario, los familiares u otras personas que estén en contacto con enfermos.