Rocío Ramos-Paúl, psicóloga, directora del Centro de Psicología Biem, y desde 2006 más conocida como Supernanny. Acaba de publicar el manual Niños: Instrucciones de uso.
–Rocío Ramos-Paúl se define como...
–Psicóloga, madre y pareja.
–Acaba de lanzar «Niños: Instrucciones de uso». ¿El objetivo?
–El que nos plantean los padres: hacer de su hijo un niño feliz, pero para eso hay que trabajar hábitos, límites, la inteligencia emocional... El manual, de 0 a 8 años, sirve para que consulten qué hacer ante dificultades o ver que lo están haciendo fenomenal.
–¿Los niños hoy son más complicados que antes?
–Cualquier tiempo pasado parece mejor, pero el momento es distinto. Ahora hay nuevos modelos de familia, nuevas tecnologías... Los lazos siguen siendo fuertes, pero cambia la forma de funcionar.
–¿Y cada vez hay más padres desesperados?
–Yo creo que todos los padres, todos, en algún momento se desesperan. ¿Sabes por qué? Porque los hijos es lo que más quieres y lo que más te preocupa.
–Dicen que vienen con un pan debajo del brazo, y a veces también con una mala uva... (Ríe) Dígame tres claves para un ambiente familiar relajado y feliz.
–Estar pendiente de lo que nos gusta de cada uno y decirlo; dedicar un tiempo a la familia y escuchar lo que cada uno cuenta; y decirse mucho «¡cuánto te quiero!».
–Es partidaria de que cada acto tenga unas consecuencias. ¿Saber castigar es un arte?
–No es un arte. Hoy tendemos a castigar mucho, pero se nos olvida la otra parte, la de contarle a nuestro hijo lo que hace bien. Si le señalamos mucho lo que hace mal, lo repetirá mucho, y al revés.
–¿Cómo debe ser la relación padres-hijos?
–¡Ésa da para otro manual! Es necesario atender las necesidades de cada hijo; no sobreproteger, pero sí animar a que cada día se supere; valorar mucho el esfuerzo, que es algo que no contemplamos, y explicarle que es importantísimo en nuestra vida.
–¿Y los abuelos?
–Por definición son los cómplices de los nietos, pero la situación social actual hace que tengamos que negociar, porque ya no van un rato de visita; se han convertido en educadores.
–Fue seleccionada entre más de 250 profesionales para ser la «supernanny». ¿Contenta?
–Sí, mucho. Me ha permitido hacer una divulgación de mi profesión maravillosa, acceder a cosas que no hubiera logrado de otra forma, a tomarle el pulso a la gente y ver que les ayuda.
–Siempre se la ve muy calmada. ¿Nunca pierde la paciencia?
–Sí, pero no en mi profesión (ríe). Como todo profesional, tengo que aprender a contenerme y para mí es más fácil, porque no soy la madre del niño.
–¿Qué la relaja?
–Tener tiempo para mí, mi familia, mi pareja, para leer lo que me dé la gana y no de lo mío (ríe). Desconectar de la parte más profesional.
–Reír, se ríe mucho...
–Sí, me parece que el humor es importantísimo en la vida.
–¿Y cómo afronta su día a día?
–Me gusta mucho la normalidad; me apasiona pensar qué voy a hacer de comida o de qué color poner las cortinas de mi casa, saber que mi vida es normal.
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