No es fácil hacerse una idea cabal de ciertos acontecimientos, en especial cuando se desarrollan en contextos de fuerte polarización. La pretensión de simplificar las cosas contraponiendo, por ejemplo, democracia y autoritarismo, golpismo y lealtad institucional, elimina los matices que permiten ahondar en el tema. Si a esto añadimos la tendencia de los medios de comunicación a acentuar tales simplificaciones, intencionalmente o no, se comprende la necesidad de poseer claves de lectura que permitan tener una visión más completa de los hechos.
Me refiero concretamente, por poner algunos ejemplos recientes, a las crisis de Libia, Siria, Venezuela y últimamente la de Ucrania, con la revuelta que terminó con la fuga del presidente Viktor Yanukovich a finales de febrero pasado, la instauración de un nuevo gobierno calificado por algunos como golpista, la adhesión de Crimea a Rusia, los enfrentamientos entre el ejército ucraniano y los paramilitares prorrusos, y los referéndums de autodeterminación del pasado mes de mayo.