A lo largo de este año la Palabra de vida nos invita a vivir el amor recíproco.
Compartimos aquí las vivencias de los lectores.
«Un día la maestra nos dijo que escribiéramos quién nos caía mejor de la clase y quién peor. O sea, que hicimos una especie de votación. Yo era una de las que caían mejor a la mayoría, pero estaba triste porque una amiga mía estaba entre las que peor caían. Yo había escrito que me gustaban todos los compañeros porque en todos está Dios, así que levanté la mano y le dije a la maestra que eso no podía ser así. Mi amiga empezó a aplaudir y luego otras compañeras también. Al final toda la clase estaba aplaudiendo. Y la maestra dejó a un lado la votación». Kana (Japón) «Al empezar el curso llegó a mi clase una niña de Marruecos que se llama Meriam. Como era extranjera, nadie quería estar con ella. Tenía una amiga, pero dejó de lado a Meriam porque si no, los demás compañeros la dejarían a ella. Yo lo sentía por Meriam, porque siempre estaba sola y a la hora del recreo nadie iba con ella. Así que decidí hacerme amigo suyo. Un día les dije a mis compañeros: “¿Sabéis una cosa? Me he hecho amigo de Meriam. Ahora ella me llama Tommy y yo la llamo Mery”. A la hora del recreo mis amigos buscaron a Meriam y le preguntaron. “¿Podemos llamarte Mery nosotros también?”. “¡Claro!”, les dijo ella. Poco a poco toda la clase se ha unido a nosotros». Tommasso (Italia)