Rosaura Delvalle es una joven nacida en Asunción, Paraguay, que después de terminar sus estudios de Filosofía decidió emigrar a Barcelona. Seis años después de su llegada a España, vuelve la vista atrás para valorar su decisión.
El 5 de mayo se cumplirán seis años de mi llegada a Barcelona. Paraguay, a pesar de ser un bonito país, sufre todavía las secuelas de la dictadura a la que estuvo sometida durante más de 35 años. Esto, sumado a otros problemas como la corrupción o la inseguridad, no facilita que los jóvenes tengan grandes oportunidades. Por eso, un día, sin pensármelo demasiado, decidí dejar mi país en busca de nuevos horizontes. Quería ver cómo era el mundo fuera de mi zona de confort. Ahora bien, lo que no tuve en cuenta en ese momento es que empezar de cero en un mundo que no es el tuyo no es nada fácil. Nunca se me hubiera ocurrido que llegaría a sentirme rechazada por el simple hecho de ser de Latinoamérica. Fue muy duro. Eran muchos los prejuicios contra los que tenía que luchar, no sólo los de los demás hacia mí, ¡sino también los que estaban naciendo en mí hacia los demás! A esto se le sumaban los momentos de dolor, de falta de empleo o de estar haciendo trabajos que antes ni me hubiera planteado hacer. La precariedad me llevó a pensar muchas veces si todo ese sacrificio valía la pena, pues notaba cómo mis esfuerzos se perdían en la nada. Aun así y a pesar de los momentos difíciles, me encontré con personas que me dieron la fuerza que necesitaba para seguir adelante y me hicieron sentir parte de su familia. Gracias a esto fui retomando la energía que necesitaba y superando los obstáculos que se me presentaban. Logré homologar mis estudios de Filosofía y actualmente trabajo en un equipo de investigación en la Universidad Autónoma de Barcelona. Ahora, si miro hacia atrás, confirmo que la decisión que tomé fue la correcta. Esta experiencia me ha aportado madurez, un mayor equilibrio, la capacidad de perdonar y de ver nuevas a las personas, a no tener miedo de reinventarme o de recomenzar después del dolor, pero por encima de todo, me ha predispuesto el corazón al Amor.