En Driuch (Marruecos), una guardería ofrece a los niños la posibilidad de aprender para salir de la pobreza.
En el norte de Marruecos, muy cerca de Melilla, se halla Driuch, localidad donde desde hace mucho tiempo se encuentra una comunidad de Hijas de la Caridad. En sus enriquecedoras cartas, Sor María Jesús López, que tiene a su cargo una guardería a la que acuden unos cien niños, habla de los logros y las dificultades de estas hermanas. «Muchas cosas me gustaría contaros de lo que hacemos aquí –dice en una de ellas–. Intentamos ser presencia de la Iglesia con nuestra pobre presencia. La comunidad consta de cuatro hermanas; tres pasan de los setenta, pero están aquí desde hace muchos años y se han desgastado por los pobres. Han sembrado una semilla que ya está germinando y son una referencia constante de casi todos los habitantes de este pueblo. Yo sólo hace dos años que estoy aquí y vivo de lo que ellas han sembrado. Juntas intentamos dar un testimonio coherente de nuestra fe con nuestra vida, estando al lado de los musulmanes, desde la humildad de quien tiene mucho que aprender de ellos, al mismo tiempo que intentamos transmitir los valores cristianos que siempre dignifican a las personas que los viven». Hablando más concretamente de la guardería que dirige, escribe: «La mayoría de los niños son del campo. Algunos viven a 5 Km, pero sus padres se arriesgan y los mandan al pueblo; si no, se quedarían sin posibilidad de aprender, como les sucede a muchos niños. Una tercera parte de los niños de la guardería son de la ciudad y los trasladamos todos los días en una camioneta. Son muy pobres y no pueden ir a ninguna otra guardería porque todas son de pago. Nuestro objetivo es prepararlos para que puedan ir a la escuela. Lo mejor que podemos hacer por ellos es la promoción, ofrecerles la posibilidad de aprender para que puedan salir de la pobreza por sus propios medios, y sobre todo formarlos en valores como la limpieza, la responsabilidad, el respeto, la sinceridad, etc. Intentamos que crezcan en todos los aspectos de su vida». La labor de estas hermanas no se limita al aspecto educativo: «Les damos una buena comida al día y una merienda. Duermen después de comer y tienen una educación infantil con contenidos propios de su edad: lectura, escritura, numeración, religión (aprenden el Corán y a vivir su religión con coherencia) y conocimiento del medio».