El 22 de enero tuvo lugar en Suiza la conferencia internacional sobre el conflicto sirio «Ginebra 2». Entrevista a María Moscato.
Ni guerra civil ni conflicto interno. Lo demuestran esos miles de combatientes de más de cuarenta países que representan intereses foráneos y poco tienen que ver con los sirios. Detrás de esta guerra hay intereses económicos como los de Francia, geopolíticos como los de Estados Unidos, o de matriz religiosa como los de Qatar y Arabia Saudita, que pretenden instalar un Estado islámico. Así lo afirmó a mediados de 2011 el patriarca maronita Bechara Rai al denunciar que desde 2006 existe un proyecto para rediseñar el mapa geopolítico de la región, cuyo objetivo es crear miniestados étnicos y confesionales lo suficientemente débiles como para poder dominarlos. En junio de 2012, cuando se celebró la primera conferencia internacional sobre Siria (Ginebra 1), se daban las condiciones para evitar la guerra, pero el gobierno de París, recién instalado, impidió que se llegase a un acuerdo al exigir la dimisión del presidente sirio Bachar al Assad. Y es que, según el periodista francés Thierry Meyssan, Qatar había financiado la campaña electoral del presidente François Hollande a cambio de que respaldase la desestabilización del régimen de Assad. Un año y medio y más de cien mil muertos después, el país está en quiebra y los vínculos sociales que permitían la convivencia profundamente dañados. María Moscato es testigo del conflicto en Siria, donde reside desde hace once años. Conversando con ella salen aspectos poco conocidos. Docente y comprometida en un movimiento cristiano, esta mujer trata cada día de desarmarse «para que en mí y en las relaciones que tengo ganen el perdón, la misericordia y la comprensión». –Imagino que es una situación sumamente dura...