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Medicina por vocación, África por pasión

Marta Domínguez (Zaragoza)

Conocemos la experiencia de Marta Domínguez, zaragozana estudiante de sexto de Medicina, que este verano ha podido cumplir un sueño...
Antes de empezar la carrera de Medicina ya tenía claro que quería irme como cooperante a África en cuanto tuviera los conocimientos necesarios, así que aproveché la oportunidad que ofrecía mi universidad ofreciendo becas para los alumnos de 5º. Yo la solicité para Sierra Leona y tras una larga espera… ¡¡me la concedieron!! Dicha beca consistía en una estancia de seis semanas en el Hospital San Juan de Dios de Mabesseneh-Lunsar, Sierra Leona. Yo tenía muchas dudas antes de llegar, pero las ganas que tenía de ir a África, conocer ese precioso país y a esa increíble gente superaban con creces mis inseguridades. El hospital está dividido en cuatro servicios: Pediatría, Maternidad, Cirugía y Médica. Yo pasé la mayor del tiempo en Pediatría, puesto que es donde más ayuda se necesitaba. Trabajando en este servicio fui consciente de una de las diferencias culturales que más me impactó: el poco valor que tiene la vida de un niño africano. La tasa de natalidad en estos países es altísima, y tienen la idea de que con el paso de los años van sufriendo como una selección natural tras la que sólo unos pocos afortunados alcanzan la edad adulta. Por eso la pérdida de un niño no supone un gran sufrimiento, sino que es algo habitual, algo que a mí me costaba muchísimo entender. Esta experiencia me ha enseñado a afrontar situaciones que en caso de no haber ido probablemente no hubiese visto nunca, situaciones muy duras que me han hecho crecer tanto personal como profesionalmente. Recuerdo con mucha satisfacción un caso que me ocurrió en maternidad. Llegó de urgencia una joven embarazada y tras explorarla, vimos la necesidad de intervenirla quirúrgicamente por riesgo vital materno. Tanto la paciente como su madre se pusieron muy nerviosas y no entendían qué pasaba. Se produjo un auténtico alboroto y todos nos alteramos mucho. Así que decidí ponerme en el lugar de la paciente y su familia y les expliqué a base de dibujos el problema y la necesidad de la intervención de urgencia. Algo tan sencillo como aclararles lo que estaba ocurriendo y ofrecerles apoyo fue suficiente para que aceptasen. Estuve a su lado calmándola durante toda la intervención, y todos los días pasaba a verla al punto de la mañana para confirmar su buena evolución. Se forjó así un estrechísimo vínculo entre nosotras, vínculo que no había experimentado antes con ningún paciente y que me hizo sentir realmente feliz. Considero que mi estancia ha sido muy corta y aunque he podido conocer mucho acerca de su situación y sus creencias, todavía me queda mucho por conocer. Hay muchas cosas que te gustaría cambiar, otras muchas que te encantaría que la gente de este mundo desarrollado incorporase en su forma de ver la vida… Lo que está claro es que esta experiencia no ha sido más que el comienzo de un largo camino a recorrer por tierras africanas.



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