«Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos» (1 Ts 3, 12)
«Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos» (1 Ts 3, 12).1 Estas palabras son una de esas expresiones, habituales en san Pablo, en las que desea y al mismo tiempo pide al Señor gracias especiales para sus comunidades (cf. Ef 3, 18; Flp 1, 9; etc.). Aquí pide para los tesalonicenses la gracia de un amor recíproco siempre creciente, rebosante. No se trata de un velado reproche, como si el amor recíproco estuviese ausente de su comunidad, sino más bien de un reclamo a una ley connatural en el amor: crecer constantemente. «Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos».