«¡Y dale con el sacerdocio femenino! Hay cosas más importantes que valorar». María Voce, presidenta de los Focolares, afronta el tema de forma innovadora y formula unas propuestas bien precisas.
¿Una emancipación femenina que les gane terreno a los hombres? «Sería un desastre para la mujer». ¿Sacerdocio femenino? «Seguiría siendo una función de servicio». Pero que hubiese alguna mujer cardenal sería una señal inequívoca: «Para la mujer no lo creo; no me parece esencial». ¿Y la paridad hombres-mujeres? «No me entusiasma en absoluto». Por lo que respecta al cónclave (la asamblea que elige a los papas), María Voce propone que haya una presencia femenina que pueda plantear propuestas concretas. Y con su estilo claro y lineal le da un vuelco también a la relación hombre-mujer en la sociedad. Segura, serena, realista y confiada, María Voce, presidenta del Movimiento de los Focolares, acepta la invitación a hablar –por primera vez de manera tan extensa– sobre el papel de la mujer en la Iglesia Católica. Desde que en 2008 recibió la ardua herencia que había dejado su fundadora, Chiara Lubich, lidera el grupo eclesial más difundido en el mundo (192 países), y puede que sea la mujer más influyente de la Iglesia Católica. En esta entrevista habla con su habitual franqueza de un tema que le interesa mucho (pero no la angustia), mirando con fundadas esperanzas las novedades que el papa Francisco está introduciendo en muchos campos. –Con la Mulieris dignitatem, Juan Pablo II abrió perspectivas innovadoras. A distancia de veinticinco años es obligado reconocer que la Iglesia no ha tenido suficientemente en cuenta aquella carta apostólica. ¿Qué conclusiones sacas de ello? –Sin duda la Mulieris dignitatem no ha sido objeto de toda la consideración y la aplicación que había que darle a su contenido. Quizá los tiempos no estuviesen maduros. El texto poseía –y todavía mantiene– un valor profético, por lo que se irá poniendo en práctica progresivamente en la medida en que los tiempos maduren y las mujeres sepan ofrecer aportaciones adecuadas.