«A nadie le debáis nada, más que el amor mutuo; porque el que ama ha cumplido el resto de la ley». (Rm 13, 8)*
«A nadie le debáis nada, más que el amor mutuo; porque el que ama ha cumplido el resto de la ley». (Rm 13, 8)* En los versículos anteriores (Rm 13, 1-7), san Pablo había hablado de la deuda que tenemos para con la autoridad civil (obediencia, respeto, pago de impuestos, etc.), y subrayaba que incluso la satisfacción de esta deuda debe estar movida por el amor. En cualquier caso, se trata de una deuda fácilmente comprensible, pues en caso de incumplimiento sufriríamos las sanciones previstas por la ley. Partiendo de aquí, pasa a hablar de otra deuda más difícil de entender: la que, según la consigna que nos dio Jesús, tenemos ante cualquier prójimo nuestro: el amor mutuo en sus distintas expresiones: generosidad, premura, confianza, aprecio recíproco, sinceridad, etc. (cf. Rm 12, 9-12). «A nadie le debáis nada, más que el amor mutuo; porque el que ama ha cumplido el resto de la ley».