Una preciosa historia de superación personal la de Yussif, un ghanés muy especial que como tantos otros jóvenes africanos ha cruzado nuestras fronteras en los últimos años.
Nací en un pequeño pueblo de Ghana en una familia numerosa de 4 hermanos y 2 hermanas y soy musulmán. El 60% de los habitantes de mi país vive de la agricultura, principalmente del cacao. En 1999 estaba estudiando, pero a mi alrededor no veía mucho futuro y pensé salir a buscar una nueva vida fuera, donde pudiera mantenerme a mí y a mi familia. Tras varios intentos fallidos, salí finalmente de Ghana el 2 de enero de 2002. Burkina Faso, Níger, Argelia fueron los primeros países que atravesé hasta llegar a Libia, donde trabajé para poder continuar el viaje a Europa. Al cabo de un año decidí continuar y llegué a Marruecos; allí tomé una patera para entrar a España por las Islas Canarias. Estuve en un campo de acogida durante 36 días, y estando allí fueron deportados varios grupos de compatriotas. Cuando creía que era mi turno, nos dijeron que nos llevaban a Barcelona. Al llegar, me dejaron en la comisaría de policía hasta el día siguiente; nos ficharon y nos dejaron libres. No conocía a nadie, no sabía el idioma, y no tenía recursos para vivir. Encontré a un paisano al que pregunté dónde podía alojarme y me llevó a una casa donde había unas mil personas, todas inmigrantes como yo, de diferentes nacionalidades: africanos, rumanos, latinoamericanos y algunos más. La situación era terrible: no había orden, ni normas, ni limpieza, ni agua potable, ni luz o aseos. Cada uno se preocupaba sólo de sí mismo y esto nos ponía en dificultad para vivir. No era un sitio digno, pero no teníamos otra alternativa. No teníamos papeles, no trabajábamos, para comer íbamos a los mercados a coger los alimentos sobrantes… Estuve allí dos años. Algunas organizaciones humanitarias como Cruz Roja, Papeles Para Todos o Médicos Sin Fronteras empezaron a ayudarnos concretamente, y entre ellos, también los Jóvenes por un Mundo Unido. Fomentaron la limpieza, el deporte, clases de castellano y de conocimiento de la cultura local. Esto me permitió comunicarme y expresar mis necesidades, ideas y proyectos, dando origen a una implicación personal con estas organizaciones y a una mejora de nuestra calidad de vida.