Directo, sencillo, enérgico y ¡joven! Así han visto al papa Francisco la multitud de jóvenes reunidos en Río de Janeiro con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, celebrada del 23 al 28 de julio pasado.
Venidos de más de 175 países, los jóvenes entraron de lleno en esta fiesta de la fe gracias a la acogida desbordante del pueblo brasileño. Aunque el mal tiempo no les permitió moverse de la famosa playa de Copacabana, cuatro kilómetros abarrotados de jóvenes, el papa supo animarles desde el principio para que su fe fuera más fuerte que el frío y el viento. Bajo el lema «Id y haced discípulos», Francisco hizo hincapié en que ellos son «el ventanal por el que entra el futuro». «Vivir una JMJ fuera de casa te enriquece mucho más. Sorprende ver cómo viven allí la fe con los problemas que tienen; de una forma mucho más intensa y animada que en España. Tenemos mucho que aprender», afirma Daniel, de Burgos, uno de los 4.000 españoles que han peregrinado a Brasil con la Conferencia Episcopal Española. Para Álvaro, de Toledo, «quien vive una experiencia así no puede dudar de que la Iglesia está viva, de que no estamos solos, y de que es alegre y joven». De hecho, una de las figuras de referencia ha sido la beata Clara Badano (Chiara Luce), una de las intercesoras de esta JMJ y claro ejemplo de alegría y juventud. Su vida se representó allí bajo el título «La santidad viste vaqueros», un testimonio que invita a «gastar la vida por cosas grandes», algo muy repetido estos días por el pontífice. Entre sus visitas más destacadas, el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida y el Hospital de San Francisco, donde el papa ha hecho gala del espíritu misionero que impregnaba esta JMJ. Francisco quería contagiarse del entusiasmo de los jóvenes, pero ha sido algo recíproco. «Hablaba en nuestro idioma y sentías que te estaba hablando a ti», explica Daniel.