A largo de este año la Palabra de vida nos invita a subrayar el amor al prójimo. Compartimos aquí las vivencias de los lectores.
«En diciembre sufrí un fuerte dolor: cólico renal, obstrucción intestinal... y para remate, ¡una adenopatía! Mientras esperaba el resultado de las pruebas, con lo que uno sabe de Medicina por la calle y por internet, me iba agobiando. ¡Todo el mes de enero esperando! Era humano sentir impaciencia… Entonces recordé la palabra de la Escritura: “Bendito el hombre que confía en el Señor”. Era un mensaje muy concreto y personal que el Padre me estaba enviando: confiar ciegamente; Él es Amor y quiere nuestro bien. Consistía en ponerme en sus manos. »Durante una visita, el especialista de la piel me dijo que los ganglios eran signo de bajada de defensas. ¿Problema linfático?, pregunté. Y respondió: linfoma. Se confirmaban mis lucubraciones. Pero la palabra de la Escritura había reducido mi angustia: seguía confiando. No era fácil, pero era una oportunidad más para confiar en su Amor, para afianzar mi comunión con Él, sabiendo que quiere lo mejor para mí, como hijo suyo que soy: “Si lo quiere Él, lo quiero yo”. »La confianza en Dios hace milagros, y así fue: todas las pruebas dieron negativo... Sigo con los ganglios y con un cansancio residual, pero miro al cielo y le digo a Jesús: “Es para que no deje de confiar en ti”». A. O.