Recogerá hechos, acciones, proyectos de fraternidad.
Los jóvenes de los Focolares lo inauguraron en Jerusalén el pasado 1 de mayo.
Bulos es palestino y vive en Belén. Se acaba de ir la corriente en su casa, cosa que ocurre a menudo, y la oscuridad cela su rostro A la luz de una vela relata apasionadamente lo que supone vivir en Palestina sin apenas trabajo y con tres hijas. Candidato en las últimas elecciones municipales, las urnas lo apoyaron, pero la ley electoral no. No importa: colaborará con la denominada asamblea de sabios que informalmente asesora la labor de las instituciones. Y como sabio que es, hace unos años Bulos animó a su hija a entrar en un equipo de fútbol femenino formado por chicas cristianas y musulmanas. Era una oportunidad para favorecer el diálogo entre ambos mundos, que conviven pero con problemas palpables. Estas chicas no sólo han vencido el reto de la relación entre ellas, sino varios torneos en Europa y Oriente Próximo. «Ser puentes» Una vida de resistencia y diálogo la de Bulos, y también un fragmento de fraternidad para el mapamundi que los jóvenes de los Focolares inauguraron en Jerusalén el 1 de mayo pasado. Esta ciudad fue la elegida precisamente porque simboliza esa fe que cambia la historia pero es a la vez lugar de divisiones lacerantes.