Gran éxito de la JMJ y del papa Francisco en Río de Janeiro el pasado mes de julio.
Tres millones de personas, según la organización, ocuparon sencilla y alegremente toda la playa de Copacabana durante la misa conclusiva de la JMJ en Río de Janeiro. ¿Quién reúne en estos tiempos a tanta gente? ¿Y quién se atreve a convocarla no con fines lúdicos o políticos, sino para reflexionar sobre lo que no muere, para buscar caminos de paz y justicia? El verdadero eje Con sus gestos (conmovedor el beso a la niña anencéfala durante el ofertorio), el papa conquistó a todos, uno a uno, ante la presencia de los presidentes de Brasil, Argentina y Bolivia. Y también conquistó con sus palabras: «El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor». El papa Francisco fue el verdadero eje de la JMJ, capaz de establecer una sintonía inmediata con esa multitud de jóvenes usando un lenguaje extraordinariamente sencillo, pastoral y teológico, y saludando a todos infatigablemente.