Ciertas palabras evocan imágenes y sensaciones con sólo pronunciarlas. Es el caso de «vacaciones».
Ciertas palabras evocan imágenes y sensaciones con sólo pronunciarlas. Es el caso de «vacaciones». Solemos concebir el largamente anhelado período vacacional como algo idílico, y en él depositamos muchas expectativas. Desde el punto de vista laboral, las vacaciones sirven para deshacernos de la tensión acumulada a lo largo del año, y en el plano espiritual son una pausa necesaria para centrarse en lo esencial y no ser arrastrados por lo accesorio.
Las vacaciones, por tanto, pueden ser un tiempo privilegiado para recordar que no vivimos sólo de trabajo, estudio, preocupaciones, o de las actividades que cubren nuestros intereses y necesidades materiales, sino que necesitamos dedicar tiempo a nuestra interioridad, a recobrar fuerzas y a recuperar nuestra relación con la naturaleza. Y sobre todo son una ocasión especial para reforzar ese entramado de relaciones en que se desarrolla nuestra vida personal, en especial los vínculos familiares. Cuando son fruto de un amor mutuo y de una mirada positiva y constructiva, esas relaciones tienen el poder de “re-crearnos”, “re-ligarnos” y, en cierto sentido, hacernos renacer.
El hecho de que muchos no tengan posibilidad de salir de vacaciones, a menudo por motivos económicos, no impide vivirlas de esta manera, aun quedándose en el lugar de residencia habitual. Es un desafío posible en tiempos de crisis que se puede superar cambiando las rutinas por otras no impuestas: paseos, actividad física, juegos de mesa, ver películas con otros miembros de la familia, disfrutar de la buena música, cantar o reír nos pueden ayudar a transitar por los mismos lugares de siempre con ojos renovados.
Vacación significa también estar libre y disponible. Para ello debemos “vaciarnos” de nosotros mismos para liberarnos y dedicarles a los demás miembros de la familia ese tiempo “de calidad” del que no disponemos a lo largo del año. Lograrlo en esta época nuestra de hipercomunicación exige proponérselo firmemente, lo que puede suponer usar con este criterio móvil, ordenador y correo electrónico para evitar que sean permanentes tenttaciones de activismo.
Las vacaciones las esperamos todo el año, por eso mismo debemos aprovecharlas en todas sus dimensiones. La crisis que afrontamos como sociedad es tan áspera que dan ganas de salir corriendo, pero hay que detenerse para hallar la serenidad y ajustar el rumbo. De ahí la necesidad de alimentar nuestra interioridad para poder aportar nuestro grano de arena a sanar la sociedad.
CN