La escalada
En septiembre de 2004 comienza la “noche” final. Sufrimiento físico, pruebas espirituales, preguntas sin respuesta… La fase final de la vida de Chiara según el testimonio de Eli Folonari, su más estrecha colaboradora.
Siempre es especial el “tú a tú” que todo fundador vive con Dios a lo largo de su vida, pero la etapa final de su existencia está puntualmente marcada por una auténtica escalada. En septiembre de 2004 la agenda de Chiara Lubich estaba marcada por citas importantes, viajes y compromisos públicos, aparte de los asuntos constantes por ser la presidenta del Movimiento. Y de pronto, en la segunda quincena del mes, la fundadora de los Focolares tuvo que detenerse. Aparentemente no había motivos. «Recuerdo que lo único que dijo fue: “No me siento bien”», comenta Giulia Folonari (Eli para todos), la más estrecha colaboradora de Chiara, que desde 1953 está en la pequeña comunidad del focolar de la fundadora.
En noviembre de 2006 tuvo una pulmonía, y ése fue el motivo de que la ingresaran en el policlínico Gemelli. Una vez superada la enfermedad, aún pudo seguir durante un año los asuntos fundamentales del Movimiento. Luego le sobrevino un progresivo debilitamiento, y en un momento dado se acentuó la insuficiencia respiratoria en un cuerpo consumido por una larga vida entregada con extraordinaria intensidad.
-¿Cómo ha vivido la enfermedad en estos últimos años?