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¿No existe el mal?

Toni Gandolfo

Dice la Biblia que Dios creó al hombre a «su imagen y semejanza». Por consiguiente, al igual que Dios, el hombre tendría que hacer sólo el bien...
Dice la Biblia que Dios creó al hombre a «su imagen y semejanza». Por consiguiente, al igual que Dios, el hombre tendría que hacer sólo el bien. ¿Por qué el hombre transgrede lo que Dios quiere? F. I. Buena pregunta. ¿Cómo se concilia que existan el mal y un Dios “bueno”, un Dios que es plenitud de bien? Sobre esto se han escrito millones de páginas, así que voy a ofrecer sólo unas consideraciones que nos ayuden a intuir algo, si no a entender esta cuestión. Se me ocurre una analogía. El mal en sí mismo no existe, es una ausencia de bien, como el frío es ausencia de calor y la oscuridad es ausencia de luz. Ahora bien, si Dios es el sumo bien, ¿cómo puede ser que haya un bien imperfecto, que no haya llegado a su plenitud? Aquí es donde entra la libertad del hombre. Ese mal no depende tanto de Dios cuanto de una libertad que el hombre no ha sabido manejar por completo. Una relación de amor siempre implica el encuentro entre dos libertades. Podríamos decir que Dios se ha querido dejar “condicionar” por esa libertad del hombre. Hay otro punto de vista que a mí me parece interesante para considerar la dialéctica entre el bien y el mal: el perdón. El perdón está indicando la imposibilidad de un mal absoluto, en la medida en que el mal resulta superado por el bien. No hay ninguna situación que llegue a inmovilizar a la persona en un mal insuperable. En definitiva, la última palabra la tiene el bien, que tiene su origen en Dios. Y esto aparece señalado de modo concluyente con la resurrección de Jesús. Con Él el Padre ha dicho la última palabra sobre el destino del hombre, que será de plenitud. En cierto modo, la palabra de la resurrección se ve anticipada por la experiencia de Jesús en la cruz, especialmente con su grito de abandono («Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»). Cuando parece que el Padre ya no puede triunfar, Jesús nos muestra que ese amor sigue siendo perceptible y puede seguir confiando en él.



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