Desde Liverpool a Roma
Fue el 17 de noviembre de 1965 cuando Chiara Lubich se dirigió al público en la catedral anglicana de Liverpool.
Era la primera mujer laica y católica que lo hacía. Ese día anotó en su diario: «Esta mañana hemos cruzado Liverpool. Sus dos catedrales, una anglicana y otra católica, ésta aún en construcción, están unidas por Hope street, la calle de la esperanza». Más de cuarenta años después, el 5 de enero de 2008, es ella quien recibe una visita de Liverpool. Son los representantes de la Hope University, que vienen a otorgarle el doctorado honoris causa en Divinity, que podemos traducir por Teología. Otra vez Hope, o sea, esperanza... Esperanza en un futuro de paz y unidad.
Esta universidad inglesa es peculiar en su género, la única en Europa de fundación ecuménica. Y según reza la motivación del doctorado, se reconoce que la obra de Chiara es una importante aportación «en la vida de la Iglesia; en llevar la paz y la armonía a la sociedad; en reunir de manera ecuménica a cristianos de todas las denominaciones; en promover el diálogo y la comprensión interreligiosa».
Para entregarlo personalmente, se trasladaron hasta el domicilio de Chiara en Rocca di Papa (Roma) el profesor Gerald John Pillay, vicecanciller y rector de la universidad, su secretaria personal, Patricia Kemble, y el doctor Graham Donelan, secretario de la universidad. Después de un acto sencillo en casa de Chiara, la ceremonia oficial se prolongó públicamente en el Centro Mariápolis de Castelgandolfo.
Desde Liverpool, que este año es capital europea de la cultura, a la “ciudad eterna” para reconocer la aportación de Chiara «al reino de Dios y a la vida de muchos millones de hombres y mujeres de todo el mundo», señala el rector Pillay, que es anglicano, y resalta que «en el contexto de la rarefacta cultura laicista en que hoy vivimos», entre funcionalismo, cientifismo y utilitarismo, rechazo de Dios y búsqueda de la paz «honramos hoy a una mujer extraordinaria que no sólo ha profesado, sino también encarnado los valores cristianos de nuestro tiempo». Y concluye: «Al conferirle este doctorado en teología, reconocemos en ella una “guía”, pues Chiara nunca se señala a sí misma, sino que señala el camino hacia Dios».