Hablamos con una experta en Ciencias Medioambientales destinada en Haití desde hace más de un año. ¿Queda esperanza? Ella asegura que sí.
Se cumplen dos años del terrible terremoto que azotó Haití, el país más pobre de América, cuyas infraestructuras ya eran precarias antes del seísmo. Actualmente, más de 519.000 haitianos viven en tiendas de campaña y bajo lonas en 758 campamentos, la mayoría en Puerto Príncipe, la capital. Durante estos dos años las labores se han centrado en abastecer a la población de los bienes más imprescindibles: agua y comida; y en actuar contra el cólera. Pero la reconstrucción sigue siendo una asignatura pendiente. Puerto Príncipe es todavía una escombrera: se calcula que queda el 50% por recoger.
«La vida allí empieza pronto. A las 6:30h, las calles se colorean con los puestos de fruta, verdura, arroz y pollo asado». Así comienza también Clara Revuelta, que llegó a Haití hace más de un año para ayudar con una reconocida ONG. «El primer impacto al entrar en estos campamentos era terrible. Me parecía ridículo el parche que intentábamos poner. Lo habían perdido todo». La realidad es que los campamentos son focos de hambruna, pobreza extrema y lo más preocupante, fuente de violencia e inseguridad, especialmente para niños y mujeres. Pero Clara supo mirar más allá: «Entraba de puntillas, como si el terreno fuera sagrado, porque cada rostro, cada persona me hablaba de sufrimiento, de miseria, de abandono, de hambre... Aprendí a decir algunas frases en kréol y enseguida me gané a los niños, que apenas me veían me llamaban: ¡Blanc! Porque yo era la única blanca».
Clara habla con la voz pausada. Quien la conoce sabe que su paciencia es infinita y su trato exquisito. Aún así, asegura que trabajar codo a codo con los haitianos no ha sido fácil: «Un episodio hermoso fue tratar de ser más flexible y compresiva con un ingeniero haitiano de mi equipo, de un carácter complicado... Un día me contó que había ido a la ciudad de su padre; se habían peleado hacía tiempo y fue a pedirle perdón. ¡Su padre lo abrazó! Estaba feliz».