Cada año los gen 4 llevan a cabo su peculiar campaña “reivindicando” el sentido de la Navidad.
Ya hay quien lo ha calificado de “campaña”, y probablemente no le falte razón, pero al menos esta campaña tiene sus peculiaridades: la llevan a cabo unos agentes que en pocos casos sobrepasan los diez años, los gen4 (niños de los Focolares), y lo que hacen no es “propagandear” sino más bien “reivindicar”. ¿Qué reivindican? Que la Navidad tiene un protagonista legítimo, el Niño Jesús, que con el paso del tiempo se ha visto desplazado del centro de la escena, en muchos casos por rastreras estrategias comerciales. ¿Es que para celebrar hay que gastar tanto?
Y para muestra, un botón. Óscar, uno de los adultos que acompaña a estos niños en su campaña por Burgos, cuenta que antes de salir a la calle se preparan. Es decir, se reúnen varias veces para “fabricar” las figuritas del Niño Jesús que después van a ofrecer a los transeúntes en la calle. Sí, sí, las fabrican. Son de escayola y utilizan unos bonitos moldes para el vaciado. De este modo resulta aún más pedagógico para ellos, pues es el fruto de su propio trabajo lo que aportan a la campaña. Desde luego que no lo van a olvidar… Y el día en que salen a la calle con sus figuritas ya pintadas también se preparan… o se pertrechan. Es decir, refrescan en su memoria el sentido de lo que están haciendo. «El año pasado –recuerda Óscar– las recomendaciones eran vivir bien esta acción amando a cada persona a la que le ofreciésemos el Niño Jesús y el mensaje, contándoles que lo que nos dieran era para los niños de Pakistán. Y siempre despedirse deseando una Feliz Navidad».
El mensaje del que habla Óscar es una reflexión de Chiara Lubich que ella misma les propuso a estos pequeños en 1996 como arma con la que defender el sentido de la Navidad. Ellos aceptaron el reto y desde entonces cada año, en todos aquellos países donde haya gente de los Focolares probablemente habrá algún niño fabricando figuritas del Niño Jesús y repartiendo mensajes, muchas veces abordando a los transeúntes con esta candorosa pregunta: ¿quieres llevarte al Niño Jesús a casa?
«El año pasado fuimos al mercado de abastos cerca de casa –prosigue Óscar– porque da lugar a que la gente se pare y pregunte… Nos paramos en los diferentes puestos: la frutera, la pescadera, la herboristería… Nos encontrábamos con amigos y conocidos de la compra. También les dimos un Niño Jesús a dos pobres que estaban pidiendo, y les dejamos un poco de dinero. (…) Para los tres adultos que los acompañamos fue una experiencia interesante, pues eso de pasear por tu barrio dando a conocer a Jesús a las personas con las que te cruzas a diario o a las que les haces la compra, te ayuda a salir de ti mismo». Tiene mérito, sin duda. Es algo así como dar la cara por alguien, en este caso por Jesús, porque es su fiesta.