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articulo

La orilla inglesa

Aurelio Molé

Relanzar el diálogo ecuménico. Nuevas esperanzas en el Reino Unido.
Describir un carisma en acción es imposible, sobre todo para un pobre cronista como yo. Uno puede percatarse de las huellas que deja sólo por los efectos que produce: amor, alegría, paz, paciencia, benevolencia, bondad, fidelidad... Y con esto quedaría resumida la visita a Inglaterra a principios de septiembre de María Voce y Giancarlo Faletti, presidenta y copresidente de los Focolares. Pero demos al menos unas instantáneas del viaje. Barrio de Euston, Londres. En un soleado sábado por la tarde, el salón de actos de la Friends House de los cuáqueros acoge a unas quinientas personas de los Focolares de Gran Bretaña. Su “equipaje” –crisis económica, desconfianza en la clase política, las recientes revueltas callejeras– no se puede quedar en la puerta. «No obstante –subraya María Voce–, sigo teniendo esperanza. Me parece que esta violencia expresa un gran vacío; hay una enorme necesidad de ser tomados en consideración, aunque se adopten los medios equivocados». Es decir, es un reto, «pero si respondemos con nuestro amor, podemos crear un bien aún mayor», y así ha sido «para mucha gente que ha reaccionado y se han unido para transmitir señales positivas». «La sociedad –apunta ahora Giancarlo Falletti– tiene que interrogarse sobre los valores y los modelos culturales que está proponiendo, y nosotros podemos aportar nuestros valores. Es una invitación a dar más aún». Luego, unos testimonios sobre diálogo ecuménico e interreligioso y sobre el cuidado de los ancianos muestran el rostro concreto y arraigado de los Focolares en Gran Bretaña. María Voce dice que le gustaría que «vinieran de todo el mundo a ver esta célula viva de los Focolares para saborear sus frutos, su fidelidad, las bellezas que han florecido y madurado a lo largo de cuarenta años». Cafod Building, también en Londres. Desde la terraza hay una vista impresionante: la City, la catedral de San Pablo, el London Eye, Westminster... Pero un horizonte aún mayor se está abriendo dentro. Es un auténtico muestrario de razas y rostros el de estos 85 jóvenes, en su mayoría londinenses, que se han reunido para hablar del Evangelio. Cuentan historias vividas en sus distintos ambientes. Disertan sobre palabras que no mueren, «capaces –explica Chris– de revolucionar nuestra vida y el mundo entero». María Voce comparte con ellos algunas experiencias de su juventud, cuando descubrió que las palabras de Evangelio podían llevarse a la práctica y llegar a cambiarle completamente la vida, dando frutos de alegría, paz y libertad. «Vivir el evangelio –dice– pone en marcha una revolución que aún no ha terminado. De hecho, muchas revoluciones han marcado la historia, pero ¿quién se acuerda de ellas? La revolución cristiana sigue aún viva, porque Jesús está vivo y sus palabras son para todos». Es difícil describir el clima de alegría y de gran unidad, así como las ganas de dar a conocer a otros la felicidad que experimentan. Por último, en Welwyn Garden City, a unos 40 kilómetros al norte de Londres, se reúnen durante cinco días 31 obispos amigos de los Focolares. Son de quince países distintos y pertenecen a dieciocho iglesias cristianas. En una “jornada de puertas abiertas” se añadirán otros veinticinco entre obispos y líderes de distintas Iglesias y comunidades eclesiales. Más que su función institucional, lo que te causa impresión es su vida y su amor concreto: es un obispo el que me echa una mano para llevar mi maleta. Otro ejemplo: tres obispos de Tejas (un católico, un luterano y un anglicano) cuentan la historia de su amistad. Parece “iglesia-ficción”, pero es real. Hay otras ocasiones y otros foros en donde se abordan esas fundamentales discusiones de carácter teológico y doctrinal, pero aquí lo que prima es vivir el amor recíproco. La unidad, a este nivel de «diálogo de la vida», ya es un hecho. Luego se profundiza en determinados temas, sobre todo para conocer Inglaterra en cuanto tierra ecuménica y la riqueza de su tradición anglicana y de otras Iglesias. Hay también ocasión para participar en algunos encuentros de relieve, como el que tiene lugar con el arzobispo católico de Londres, Vincent Nichols, en la catedral de Westminster, o con el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, primado de la Iglesia de Inglaterra, en el Lambeth Palace. Y para terminar, los 31 obispos participantes se desplazan a la tumba del primer mártir inglés, san Albano, también cerca de Londres. Allí sellan solemnemente un pacto con el que se comprometen a vivir el amor recíproco y a rezar unos por la diócesis de los otros. La verdad es que, viéndolo desde este lado del Canal de la Mancha, la unidad de las Iglesias no resulta un sueño imposible. Se atisba la otra orilla. Quizá sea el sueño y el don más grande de Dios que los cristianos han de merecer.



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