El día 11 de febrero se cumple el 150 aniversario de la primera aparición de la Virgen María a Bernadette Soubirous en la gruta de Massabielle, muy próxima a la localidad francesa de Lourdes. En el año 1858 Lourdes era una muy pequeña aldea de casas muy humildes, lo mismo que sus habitantes, que en un ochenta por ciento eran analfabetos. La comarca donde se encuentra Lourdes apenas era conocida por los mismos franceses. Se halla en el inicio del sistema montañoso de los Pirineos y tiene hacia el oeste un promontorio rocoso conocido con el nombre de Massabielle (Rocas Viejas). Al pie de este macizo corre el río Gave, que se alimenta de las aguas que descienden de las montañas. A un lado de las paredes de roca negruzcas la naturaleza ha abierto una pronunciada gruta de tres metros y medio de ancha por otros tres y medio de alto, aunque la concavidad no llega a los dos metros de profundidad. Una pequeña cueva, pues, un lugar solitario donde crecían los rosales silvestres que suelen verse por esa zona. Hoy junto a esa Gruta de las Revelaciones de María se alza un hermoso santuario, y el lugar es destino de abundantes peregrinaciones. La Basílica de la Inmaculada Concepción fue construida por monseñor Laurence, que fue el obispo que dio crédito a las revelaciones de la que hoy es santa Marie Bernard Soubirous, y constituyen el santuario original. Posteriormente, todo el conjunto de templos y edificios que tienen como centro la Gruta mencionada recibe el nombre de Santuario de Nuestra Señora de Lourdes.
Bernadette, una pobre y analfabeta niña de doce años, aseguró haber visto en dieciocho ocasiones a la Virgen, durante el periodo comprendido entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858, en una gruta de la zona de Massabielle, al oeste de Lourdes. Sólo en la tercera aparición, la Señora le habló a la niña, y lo hizo en el dialecto de la zona, dirigiéndose a ella con el “usted” (voi) de cortesía: ¿Me haría usted el favor de venir aquí durante quince días? (Boulet aoue era gracia de bié aci penden quinze dias?). Bernadette prometió que así lo haría y la Señora le anunció que no la haría feliz en vida sino después de muerta.