Debido a su alto contenido en vitaminas, minerales y antioxidantes, la fruta en general es un valiosísimo aliado de nuestra salud. Para prevenir el riesgo de enfermedades cardíacas y degenerativas conviene consumirla con regularidad y mejor aún si es del tiempo.
Entre todas las frutas de la época otoño-invierno, los caquis son especialmente ricos en vitamina A (betacaroteno) y en otros carotenoides (criptoxantina, etc.) que, según estudios atendibles, tienen la interesante propiedad de retardar el envejecimiento. Su peso oscila entre los 80 y los 250 gramos en función de la variedad. Es de color rojo o anaranjado o amarillo, según su contenido en carotenos, y de pulpa anaranjada, dulce y jugosa, con un ligero regusto áspero, según su contenido de taninos.
El caqui, también conocido como palo santo, pertenece a la familia de las ebenáceas, tiene un alto contenido en vitamina C y en fibras, que ralentizan la absorción intestinal de grasas. Por otra parte, son ricos en potasio, que favorece la función cardiaca. Esta fruta es muy dulce, debido al elevado porcentaje de azúcares que contiene, que ronda el 18%.
El árbol del caqui procede de China, donde todavía se puede encontrar en su estado silvestre, y a su fruto le llaman «manzana de Oriente». Desde China el caqui pasó a Japón, donde se cultiva desde el siglo VIII y tiene un papel importante en la alimentación de su población, que además lo considera la fruta nacional. Allí se han desarrollado muchísimas variedades de esta planta, algunas de las cuales han llegado a todo el mundo: en Estados Unidos a principios del siglo XIX y en Francia, España e Italia hacia 1870.
