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Arte gótico en el Museo Nacional de Arte de Cataluña

Clara Arahuetes


Recientemente el Museu Nacional d’Art de Catalunya ha remodelado diversas salas de su colección permanente, entre ellas las dedicadas al arte gótico, donde se exponen 289 obras, entre pinturas sobre madera, pintura mural, retablos, esculturas y objetos de orfebrería. En las nuevas instalaciones se subraya la importancia del arte catalán y de los territorios de la antigua Corona de Aragón durante el período de la Baja Edad Media, poniendo de relieve la conexión que existe entre el gótico de Cataluña y la colección de pintura valenciana y aragonesa del Museo. Las distintas etapas de este periodo artístico coinciden con la época de expansión de la Corona de Aragón. La conquista de Mallorca tuvo lugar entre 1229 y 1231 y la de Valencia entre 1232 y 1245, hasta culminar en un auténtico imperio catalano-aragonés. Pero no faltaron los conflictos sociales, políticos y religiosos que complicaron la estabilidad del reino en los siglos siguientes, hasta que la Corona de Aragón se unió con la de Castilla a finales del siglo XV y definitivamente en el XVI. Podemos ver las pinturas murales de la conquista de Mallorca, realizadas entre 1285 y 1290. Fueron descubiertas en la calle Montcada de Barcelona al restaurar en 1961 el palacio de la familia Caldes para instalar allí el Museo Picasso. Es un magnífico ejemplo de pintura histórica, donde se describe la conquista de Mallorca por Jaime I el Conquistador, siguiendo la narración detallada de las crónicas medievales catalanas. Estas pinturas pertenecen al gótico lineal, una gruesa línea negra define los personajes, los edificios y un paisaje de montañas ondulantes. También pertenece a esta etapa del gótico la «Tabla de san Miguel» del Maestro de Soriguerolar, de finales del siglo XIII. Aunque la línea sigue definiendo las formas y continúan las composiciones bidimensionales y los colores planos, hay un mayor sentido narrativo en las escenas. En el segundo cuarto del siglo XIV llegan a Cataluña pintores italianos, que traen las novedades artísticas de Florencia y Siena. Se introduce así el ilusionismo espacial, el realismo de las figuras y en general la humanización de los contenidos pictóricos. Novedades que se reflejan en los pintores catalanes como Ferrer Bassa y su hijo Arnau. A su taller pertenece la «Anunciación» y «Reyes de la Epifanía». Entre los siglos XIV y XV, el gótico internacional en Valencia muestra la influencia florentina del pintor Gherardo Starnina y la de Marçal de Sas, de origen flamenco o alemán. En el «Retablo de santa Bárbara» (1410-1425), de Gonçal Peris Sarrià, predominan los elementos expresivos y pintorescos, la desenvoltura caligráfica y el encanto cromático. Este artista realizó con Jaume Mateu los retratos de los reyes de Aragón (1427), de los que se conservan cuatro. De la zona de Aragón destaca una tabla dedicada a la Virgen de la Misericordia que se atribuye a Bonanat Zaortiga, en la primera mitad del siglo XV. La Virgen cobija bajo su manto a hombres y mujeres de diferentes edades, laicos y religiosos. Su manto, sostenido por dos ángeles, los protege de cinco flechas que han caído del cielo y que simbolizan uno de los males más temidos y extendidos en la Europa de la Baja Edad Media, la peste, entendida como castigo divino por los pecados de la humanidad. Una de las obras más conocidas es la «Virgen de los Consejeros» (1443-1445), de Lluís Dalmau. Este pintor viajó a los Países Bajos, centro de la creación artística europea gracias a Robert Campin, Tournai y los hermanos Hubert y Jan van Eyck. Este último se convirtió en el pintor más célebre de Europa por la utilización de la pintura al óleo. La técnica ya se conocía en el norte del continente europeo desde hacía mucho tiempo, pero Jan van Eyck la perfeccionó hasta convertirla en imprescindible para los artistas, una nueva manera de captar la realidad y las distintas tonalidades de la luz y el color. El rey Alfonso el Magnánimo envió a Flandes a su pintor oficial, el valenciano Lluís Dalmau. Allí pudo conocer de primera mano la actividad y la obra de Jan van Eyck. En 1443 los consejeros del «Consell de Cent» de Barcelona, el gobierno municipal de la ciudad, le encargaron la pintura de un retablo para la capilla de la Casa de la Ciutat. Cuando terminó el retablo, Dalmau inscribió su nombre y la fecha en la base del trono de Nuestra Señora, cosa nada común en Cataluña, ya que los pintores raramente firmaban sus obras. La «Virgen de los Consejeros» es una obra innovadora tanto por su formato, muy diferente de los retablos que se hacían en la zona, como por su técnica, ya que fue pintada al óleo sobre madera importada de Flandes, creando la ilusión de un espacio figurativo en el que los cinco consejeros de 1443, retratados del natural, se representan en la misma escala que la Virgen y los santos. Los más críticos con la obra de Lluís Dalmau dicen que sus obras son una imitación de las de Jan van Eyck. Mientras que Jaume Huguet, el principal pintor catalán de la segunda mitad del siglo XV, asimiló la pintura flamenca de una forma más creativa, como vemos en un cuadro sobre la Virgen de 1450 y en «Retablo de san Agustín», un encargo de la cofradía de los curtidores destinado al altar mayor de la iglesia de San Agustín de Barcelona. Por último, cabe citar a un icono del arte catalán, el patrón de Cataluña, san Jorge. La obra «San Jorge y la princesa», del siglo XV, fue realizada por un artista anónimo aragonés y muestra la imagen serena y melancólica de la pareja aristocrática del santo caballero y la princesa, en un paisaje con cipreses movidos por la fuerza del viento, y en un ambiente melancólico que domina toda la composición. clara.arahuetes@telefonica.net



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