logoIntroduzca su email y recibirá un mensaje de recuperación de su contraseña






                    




articulo

PSICOLOGÍA

Pascual Ionata

Ponerse en el lugar del otro
¿Qué sucede desde el punto de vista neurológico cuando una persona se esfuerza en entender a los demás y en relacionarse con ellos?» M. T. Según unas investigaciones relativamente recientes, en el cerebro humano hay unas neuronas especiales llamadas «neuronas espejo», que conectan directamente la percepción y la acción motora. Si una persona se fija en un acto intencional hecho por otro, por ejemplo, levantar una taza, se activa una neurona determinada. Es decir, nuestro cerebro es capaz de reconocer las intenciones de los demás. Estos mecanismos neuronales no sólo se dan en procesos de imitación y aprendizaje, sino también en el desarrollo de la capacidad de percibir la mente de otros. Además, las neuronas relacionan la percepción de expresiones emocionales con la creación de esos estados en la mente del observador. Cuando percibimos las emociones de otra persona, su estado emotivo se reproduce, automática e inconscientemente, en nuestra mente. Por ejemplo, podemos ponernos a llorar si vemos a alguien que llora. Aprendemos a reconocer qué sienten los demás poniéndonos en su lugar; podemos entender cómo se sienten por las respuestas de nuestro cuerpo y de nuestra mente. Para conocer el estado mental de otra persona hacemos referencia al nuestro: ésta es la base neurológica de la empatía. La existencia de neuronas espejo constituye una prueba más de que nuestro cerebro se ha diferenciado por el hecho de ser profundamente relacional. Los seres humanos son animales sociales que han sobrevivido en el curso de la evolución gracias a la capacidad de descifrar las expresiones de estados interiores. En este sentido, las neuronas espejo nos permiten responder de manera rápida y precisa a las intenciones de los demás. En términos de supervivencia, la capacidad de “leer la mente” en un contexto social es muy importante, ya que nos permite determinar si, por ejemplo, los individuos que tenemos delante se pueden considerar amigos o enemigos. Por lo tanto, la empatía y la capacidad de percibir la mente de los demás tienen su origen en nuestra historia evolutiva. Las funciones empáticas se pueden considerar metafóricamente como la capacidad de ponerse en el “lugar mental” de los demás. Aprendemos a comprender los estados interiores de los demás a través de los estados que las neuronas espejo crean en nosotros. De esta forma, la comprensión emocional de los demás está conectada directamente a la conciencia y a la comprensión que tenemos de nosotros mismos. Prácticamente, las neuronas espejo están demostrando que es científicamente válido lo que el psicoanalista Winnicot decía ya en los años cincuenta del siglo pasado: «En el rostro de la madre el niño se refleja y se ve a sí mismo».



  SÍGANOS EN LAS REDES SOCIALES
Política protección de datos
Aviso legal
Mapa de la Web
Política de cookies
@2016 Editorial Ciudad Nueva. Todos los derechos reservados
CONTACTO

DÓNDE ESTAMOS

facebook twitter instagram youtube
OTRAS REVISTAS
Ciutat Nuova