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¡Mis impuestos!

Manuel Ramos

La evasión fiscal puede llegar a ser un delito, en función de las cuantías evadidas. Aspectos civil y religioso en la declaración de impuestos.
Cada año, cuando tengo delante los impresos de la declaración de la renta, no puedo evitar este pensamiento: «Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios». Esta respuesta de Jesús a la pregunta que le plantean sobre la licitud de pagar el tributo al César me deja la conciencia tranquila. Vale la pena recordar el episodio narrado en el Evangelio de Mateo; lo pongo aparte más abajo. Hoy, como entonces, es muy común la tentación de no pagar impuestos, independientemente del color del gobierno de turno que los recauda y del uso que vaya a hacer de ellos. Incluso pueden parecernos injustos determinados tipos de impuestos para avalar la tentación. Pero sin entrar ahora en materia, basta puntualizar con honestidad que, en cuanto ciudadanos que somos, tenemos obligación de pagar los impuestos que nos marcan las leyes de España y los de la Comunidad Autónoma en la que tenemos nuestro domicilio o nuestro trabajo. La evasión fiscal puede llegar a ser un delito, en función de las cuantías evadidas, según queda recogido en el Código Penal (arts. 305 y siguientes). Volviendo al relato de Mateo, Jesús “inaugura” la diferenciación entre dos aspectos: el civil del pago de impuestos y el religioso del culto a Dios. Y es que no le preguntan por la legitimidad de los “impuestos” de carácter religioso, a los que también estaban obligados los hebreos (ofrendas monetarias o en animales para el sacrificio en el templo), y que se ajustaban a la situación económica de la familia. Sus interlocutores lo “tientan” con la licitud de los impuestos a pagar a la autoridad suprema, dominante y además extranjera del César romano. Este aspecto, al igual que otros, manifiesta lo actual que es su doctrina. Nos está recordando la obligación de ser corresponsables en los gastos de la comunidad civil a la que pertenecemos. Hoy, en nuestra situación, aquí en España, también podemos diferenciar esos dos aspectos: el civil y el religioso. Podemos preguntarnos si contribuimos a mantener la Iglesia a la que pertenecemos, y cuestionarnos si sus gastos son necesarios o no. Pero si optamos por participar en su sostenimiento, no elijamos la moneda más pequeña de nuestro monedero, sin pensar en las necesidades reales que tiene. Para hacerse una idea, basta ver las cifras de 2009 (recuadro). Actualmente, y desde hace dos años, en España, incluidas las Comunidades Autónomas con Hacienda diferenciada, ambas obligaciones (civil y religiosa) se conjugan en un mismo formulario: la Declaración sobre la Renta de las Personas Físicas, que cada año nos espera en los meses de mayo y junio. En él aparece la conocida casilla de «asignación a la Iglesia católica». Marcar con una X dicha casilla supone una oportunidad más de colaborar con la Iglesia. Es un mensaje al Estado recaudador para que una pequeña parte de nuestros impuestos se le entregue a la Iglesia. No tiene nada que ver que nuestra declaración resulte “a pagar” o “a devolver” (si Hacienda nos devuelve es porque a lo largo del año nos ha retenido más de lo que correspondía), pues en ambos casos estaremos pagando impuestos y queremos que Hacienda le pase a la Iglesia el 0,7% de lo que nos corresponde abonar. O sea, el hecho de poner la X en la casilla de la Iglesia no nos supone pagar más impuestos, sino que es una indicación del destino que queremos darle al 0,7% de lo que ya pagamos. En el año 2006 el Estado y la Iglesia acordaron el actual modelo de financiación. Con respeto al anterior, supone eliminar la financiación directa por parte del Estado, e igualmente elimina la exención del IVA del que gozaba la actividad eclesial. A cambio, aumenta la asignación del porcentaje recaudado a través de los impuestos, que pasó del 0,5239% al 0,70%. En 2007, primer año de funcionamiento de este nuevo criterio, 6.958.012 declarantes (34,38% del total de contribuyentes que declararon su IRPF) aportaron 241.327.322 euros a la Iglesia. En 2008 ya fueron 7.195.155 (36,35%) y aportaron 252.682.547 euros. Ahora bien, para entender la envergadura de las cosas, el dato que nos sitúa en la verdadera dimensión es que los ingresos que obtiene la Iglesia por este cauce suponen sólo el 25% de su presupuesto. El 75% restante proviene de colectas, donativos, herencias, legados y suscripciones periódicas (50%); administración de su patrimonio (5%); realización de actividades económicas y subvenciones a través de convocatorias públicas (20%). Su presupuesto anual la Iglesia lo destina a unos fines que están regulados por legislación eclesiástica, y básicamente se resumen en estos sectores: sustento de los sacerdotes, mantenimiento del culto, apostolado y ejercicio de la caridad. A modo de conclusión y sin ánimo de hacer propaganda, cabe decir que la colaboración en el sostenimiento de la Iglesia atañe tanto a los que formamos parte de ella como a quienes valoran de manera positiva la labor que realiza en nuestra sociedad. Cualquiera de las diferentes formas más habituales de colaboración son dignas de elogio. Ahora bien, sin excluirlas, el hecho de poner la X en nuestra declaración de impuestos es una forma sencilla y comprometida de manifestar nuestro amor por la Iglesia. LA LABOR DE LA IGLESIA CATÓLICA EN CIFRAS Atención religiosa: 315.000 niños bautizados; más de 120.000 parejas casadas por la Iglesia; 10 millones de católicos que asisten a la misa dominical; cientos de miles de voluntarios en acciones pastorales o son miembros activos de asociaciones y cofradías. Labor social: 1.400.000 niños en centros educativos; 200.000 inmigrantes en distintos servicios y centros; pastoral penitenciaria en 77 cárceles; 50.000 niños y jóvenes de educación especial; 25.000 huérfanos; 57.000 ancianos. Trabajo diario en 200 centros hospitalarios, ambulatorios y dispensarios; 876 casas para ancianos, enfermos crónicos, inválidos y minusválidos; 900 orfanatos y centros para la tutela de la infancia; 300 guarderías; 365 centros especiales de educación o reeducación social; 144 centros de caridad; 300 consultorios y centros para la defensa de la vida y la familia. Y también cerca de 18.000 sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares en misiones en 147 países. Más información en: www.conferenciaepiscopal.es y www.portantos.es AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR «Los fariseos (...) le envían sus discípulos (...) a decirle: “Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas. Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar el tributo al César o no?”. Mas Jesús, conociendo su malicia, dijo: “Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Mostradme la moneda del tributo”. Ellos le presentaron un denario. Y les dice: “¿De quién es esta imagen y la inscripción?”. Dícenle: “Del César”. Entonces les dice: “Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios”» (Mt 22, 15-21).



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