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Arte, familia... y jubileo

Félix Mercado

Cinco ciudades, cinco motivaciones. El Gen Verde presenta su espectáculo “Rapsodia”.
Anunciábamos en el número anterior, en ese rincón de la página 38 dedicado a la música, que este conjunto internacional iba a actuar en algunas ciudades españolas durante los meses de febrero y marzo. Las fechas que dimos no eran del todo exactas, pero esto suele ocurrir cuando se anuncian programas en gestación. La Rapsodia de los pueblos, que así se titula la puesta en escena de esta ocasión, la definen sus autoras como un ramillete de músicas «variada en ritmo y armonía», es más «un crescendo ronco de canciones, danzas, textos...» que acaban arrastrándote. No sé, se me antoja que este «lenguaje de la contemporaneidad» tira más al rap que a la rapsodia, aunque estrictamente hablando entre las melodías que salen a escena no haya ningún rap. Cabe destacar que las motivaciones que han propiciado la actuación del Gen Verde en cada lugar han sido igualmente “roncas” y ciertamente han arrastrado a bastante público. Así, en Pamplona, primera etapa de la gira, fue iniciativa de la Delegación de Juventud de la diócesis, y según el Diario de Navarra, las ochocientas personas que llenaron el Teatro Gayarre asistieron a un «empeño, bien logrado, de conjugar arte y vida», y el público «vibraba con las canciones y la danza, al percibir además, los mensajes de paz y de unidad». En Talavera de la Reina, en cambio, ha sido la Fundación Madre de la Esperanza, una entidad que persigue el desarrollo integral de las personas con discapacidad, la que promovió un concierto benéfico. Decía José Francisco Rivas, alcalde de esta ciudad, que recibió al Gen Verde en el ayuntamiento y recordaba el paso esta «Babel de la canción» hace tres años: «compartimos sentimientos y espero que en esta ocasión estemos a la altura de las circunstancias para apoyar la labor de la Fundación Madre de la Esperanza». Lo estuvieron, si es que la cifra de 2.000 personas que vieron el espectáculo, según ha informado «La Tribuna de Talavera», es suficiente “altura”. Luego se sucederán las actuaciones en Jaén, también por iniciativa de la diócesis, en Caravaca de la Cruz, por invitación de los organizadores del año jubilar, y en Bilbao, en el marco del congreso Católicos y Vida Pública. Pero de éstos aún no tenemos noticia. Ojalá que ese «coloquio a corazón abierto con el público», como lo definen estas artistas, despierte en los espectadores las tres dimensiones de «la relación» que el Gen Verde quiere estimular: consigo mismo, con los demás y con el Infinito. Una de las facetas más interesantes de las actuaciones del Gen Verde, que se vienen poniendo en práctica desde hace años, son los talleres, o como ellas prefieren decir en inglés, los workshops, especialmente orientados al público joven. Es una forma excepcional de eliminar la distancia que marca el escenario y permite a los participantes conocer el lado humano del artista y su forma de trabajar. A continuación, dos breves reseñas de los talleres en Tudela y Pamplona, los días 11 y 13 de febrero respectivamente. Ser familia Después de un gran temporal de nieve en Navarra, y en fiestas por los Carnavales, en Tudela esa tarde había un sol espléndido que se reflejaba en las caras de los 130 chicos y jóvenes de Tudela y pueblos cercanos de La Ribera, que participaron en el workshop con el Gen Verde. Antes del comienzo, a las 5 de la tarde, ya empezaron a llegar al gran colegio de los Jesuitas los primeros chicos con sus guitarras, violines…, cargados de mucha expectación y curiosidad. No tenían más conocimiento del Gen Verde que lo que les habían podido transmitir las personas que habían pasado por las clases para invitarlos al evento. Llegaban dispuestos a vivir una tarde diferente. Organizado desde hacía cuatro meses por cuatro monitores de distintos grupos, la única finalidad era responder a una petición del obispo local, y se metieron en una aventura que culminó en una exitosa tarde, superando todas las previsiones. En cada uno de los talleres se fueron dando pasos para vivir el desafío que el Gen Verde les planteó al inicio: «Ser una familia». Se puede decir que asistimos a algo inédito: en dos horas se consiguió experimentar que esa familia es verdadera, gracias a un ambiente de escucha, al conocimiento recíproco y a las relaciones verdaderas. Al final, en una espontánea y muy participativa puesta en común, cada grupo donó a los demás el fruto de su trabajo, resultando para cada participante un emotivo momento que nunca olvidarán. Con una ovación espontánea todos los participantes agradecieron al Gen Verde la experiencia vivida esa tarde, por haberles dado a todos la oportunidad de sentirse familia. Amalia Navarro Binomio Arte/Evangelio La fría mañana del sábado un “contingente” de trescientos jóvenes desembarcaba en el seminario diocesano de Pamplona convocados por la Delegación Diocesana de Juventud para una jornada atípica. Profesionales de las artes escénicas y el espectáculo, como son las componentes del Gen Verde, compartían su experiencia artística y humana con jóvenes interesados en acercarse en primera persona al proficuo binomio Arte/Evangelio. Un momento de oración inicial, un saludo, breves presentaciones y a los talleres de trabajo: danza, canto, percusión, teatro y guitarra. Las escasas dos horas dedicadas a estas disciplinas (para la mayoría en una “primera aproximación”) verdaderamente dieron de sí, a juzgar por la puesta en común que por la tarde vio desfilar sobre el escenario del salón de actos a los participantes de los distintos talleres con una soltura y un saber hacer sorprendentes, explicables sólo por la corriente de simpatía, respeto y confianza que circuló desde el primer contacto entre los jóvenes y el Gen Verde. Compartir la maxi-paella del almuerzo también ayudó sin duda a engranar las relaciones. Amén de la paella, otros “platos fuertes” del día fueron la entusiasta presentación de la próxima Jornada Mundial de la Juventud, a celebrarse en Madrid el año próximo, que suscitó “in situ” la adhesión de un nutrido grupo de jóvenes como voluntarios. Éstos recibieron la bendición y el envío por parte del arzobispo, D. Francisco Pérez, en la subsiguiente celebración de la Eucaristía, que puso fin a la jornada entre los armoniosos cantos del Gen Verde y la cálida y familiar bendición de Don Francisco. Txemi Aramburu Y en Caravaca, el jubileo En Caravaca de la Cruz, un municipio situado en el noroeste de la región de Murcia, se está celebrando el Año Santo de la Vera Cruz, gracias al privilegio otorgado por el papa Juan Pablo II, en 1998, con la concesión del Jubileo in perpetuum a celebrar cada siete años desde 2003. Entre los miles de peregrinos que a diario llegan a esta ciudad (en 2003 se contabilizaron más de un millón, cifra se espera superar en 2010), hay colectivos sociales y culturales de distintas regiones y países. También se está desarrollando un extenso programa de actividades culturales que se ofertan a peregrinos y visitantes como complemento a las celebraciones jubilares. El conjunto internacional Gen Verde, que ya estuvo en esta ciudad en la primavera de 2007, ofrece su espectáculo «Rapsodia», dentro de la programación especial preparada con motivo del Día Internacional de la Mujer, organizada conjuntamente por la Concejalía de Mujer, Familia y Promoción Social del Ayuntamiento y por las V Jornadas de la Familia, que anualmente preparan un grupo de familias cristianas pertenecientes a varias parroquias y a varios movimientos y comunidades eclesiales de la localidad. El Gen Verde, como ha hecho en otras ciudades durante esta gira, se reunirá con jóvenes de distintos centros educativos, y participará en varios actos jubilares en colaboración con la Cofradía de la Vera Cruz. Cantarán en la Basílica Santuario donde se venera y custodia, desde el primer tercio del siglo XIII, la Santísima y Vera Cruz de Caravaca. En el interior del relicario se guardan varias astillas del Sagrado Madero donde Jesús redimió a toda la humanidad. La devoción generada en los ocho siglos de presencia en las Tierras Altas de la región de Murcia ha sido el origen de numerosos rituales que aún hoy día se conservan y que forman parte del programa festivo y festero que se exterioriza cada año en los primeros cinco días de mayo. En las procesiones y en los desfiles se cuenta con la presencia de Moros y Cristianos que forman parte del cortejo de la Cruz. Como elemento más singular hay que hablar de los Caballos del Vino, festejo único e insólito, que despierta pasiones entre los caravaqueños y la admiración de quienes deciden venir a Caravaca para conocer y vivir de cerca una fiesta que está declarada de interés turístico internacional. Juan Fernández Robles



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