«¿Cómo se ha concebido el amor a lo largo de la historia de la psicología?».
G.B.
Desde el principio, la psicología ha reducido el tema del amor casi exclusivamente a la relación hombre-mujer o terapeuta-paciente, viendo en ésta una reedición en edad adulta de la primera relación afectiva profunda, la que se da entre madre e hijo. Según muchos psicólogos, esta relación condiciona todas las relaciones afectivas de nuestra vida.
Yo creo que ha llegado el momento de entender el amor en psicología como libertad y no como apego, en el sentido de ser “libres” de amar a alguien en vez de estar “apegados” a alguien a quien amar. Me refiero a un amor que nos libera, porque al no ser posesivo ni sofocante, hace que no nos sintamos poseídos ni oprimidos. Es un tipo de amor que cuanto más se reparte entre todo tipo de personas, más se multiplica; es decir, no es exclusivo. Es un amor inteligente, que conoce a fondo a las personas; de amplias miras, que no piensa sólo en la satisfacción del aquí y ahora, sino que se preocupa sinceramente por el verdadero bien de los demás. Es un amor capaz de decir que no y de mantenerse firme… pero que es capaz de crear situaciones nuevas, formas nuevas de estar con los demás y de entrar en relación con ellos.
Hoy en día se trivializa y despersonaliza el amor. Muchos hemos “desaprendido” a amar porque a medida que nuestra civilización ha liberado la sexualidad, ésta ha acabado por reprimir el eros. Sexualidad y eros no son sinónimos, sino dos cosas distintas. El sexo es una necesidad; el eros, en cambio, es una emoción. Por lo tanto, puede haber sexo sin eros, es decir, sin verdadera pasión. En el eros, la intimidad se hace tal que nuestros límites tienen que ceder, tenemos que dejarlos desaparecer para fundirnos con el otro individuo. A algunos les da miedo; es demasiado intenso. En el fondo, en esa fusión muere la individualidad y muchos lo temen. Entonces toda la atención o gran parte de ella se traslada al sexo, que queda empobrecido porque se ignoran o reprimen muchos sentimientos importantes, como la ternura y el entusiasmo, y eso lleva a la despersonalización y a la trivialización del amor en general.
A finales de los 70 el psicólogo Rollo May señaló varios tipos de amor: eros, philia (amistad, amor fraterno) y agape (amor altruista o espiritual). El verdadero amor integrado debería ser una mezcla de estas tres dimensiones y no sólo una de ellas.