Según estudios recientes, depresión, ansiedad, estrés, trastorno bipolar, trastorno obsesivo-compulsivo, bulimia, anorexia… son algunas de las afecciones mentales que cada vez prevalecen más en la población. Las estadísticas sobre depresión y suicidio han aumentado exponencialmente en los últimos años, afectando a países desarrollados como España, Estados Unidos, Reino Unido o Japón entre otros. Según datos de la OMS en España las cifras son alarmantes. En los últimos 20 años han subido en torno a un 18% el índice de suicidios. De hecho, en la franja entre 15 y 29 años, el suicidio se ha convertido en la principal causa de muerte por razón no natural.

 

VÍAS DE ACCIÓN Y PREVENCIÓN

Analizando estos datos, cada profesional podría hacer una lectura diferente de los mismos según su perspectiva. Un filósofo quizás diría que vamos hacia un futuro con una población cada vez mas deshumanizada y desconectada de los demás. Un sacerdote podría argumentar que hemos desplazado a Dios de nuestra vida o qué perjudicial es para los hijos el aumento de las separaciones matrimoniales. Un nutricionista mencionaría que la cultura de la comida rápida y las dietas desequilibradas llevan a nuestro cuerpo a un estado de auto rechazo, lo que nos vuelve más infelices. Un asistente social podrá justificar que esto viene dado por factores como la cultura del individualismo, que hace que aumente la soledad de las personas, el bullyng, la comparación constante a través de las redes sociales, o el desempleo entre otras.

Lo que está claro es que hablamos de un problema complejo, con innumerables vías de acción y prevención. En mi caso, como entrenador, mi esfera laboral se mueve en torno al deporte, por eso, más que dar una explicación, trataré de ofrecer algunos datos y sugerencias sobre cómo, desde el prisma por el que veo la vida, podría abordar esto.

 

EL EJERCICIO FÍSICO Y LA MENTE HUMANA

Sabemos que el deporte tiene múltiples beneficios para la salud física y mental. Hoy quisiera profundizar en estos aspectos, así recordamos lo mucho que influye el ejercicio específicamente en el campo psicológico.

Lo primero que quiero destacar es cómo contribuye el ejercicio físico a mejorar la autoestima, el estado de ánimo, ayuda a liberar el estrés y la ansiedad, nos motiva para cumplir metas y aumentamos nuestra energía. Nos ayuda, por supuesto, a desconectar de nuestros problemas del día a día y a estar más calmados, regulando así los altos niveles de cortisol (hormona del estrés) a los que estamos acostumbrados.

Si somos creyentes, esto también nos interesa especialmente, ya que procuramos vivir con el corazón en Dios. Como dice Jackes Philippe en su libro Busca la Paz y consérvala, «si la superficie de un lago está apacible y tranquila, el sol se reflejará en ella casi perfectamente, tanto más cuanto más apacible sea la superficie. Si, por el contrario, está agitada, la imagen del sol no reflejará en él», siendo el sol la metáfora de Dios y la superficie del lago nuestro espíritu.

 

LAS EMOCIONES, LOS DESAFÍOS

El deporte también nos ayuda a liberar hormonas y neurotransmisores como las endorfinas, la dopamina, la serotonina y la oxitocina, que actúan como antidepresivos naturales. El ejercicio ayuda, en particular a los jóvenes, a desarrollar habilidades sociales saludables, a tener una mente más resiliente, capaz de gestionar sus emociones y afrontar los desafíos de la vida cotidiana. Les ayuda a ser más capaces físicamente y esto se traduce en una mayor seguridad en uno mismo. Y por supuesto, ofrece un círculo social con el que compartir gustos similares, sintiéndose así menos aislados y ofreciéndoles un sentido o un propósito dentro de un clima social favorable.

Recientemente un artículo de la prestigiosa revista Sports Medicine afirma que el ejercicio reduce la depresión en niños, adultos y mayores, así como otros desórdenes mentales1. De hecho, los resultados sugieren que este podría ser incluso más eficaz para tratar la depresión que los propios antidepresivos o la psicoterapia2. Teniendo en cuenta también que solo el 50% de la población diagnosticada de depresión está tratada con medicación, sería una razón más para implementarlo en la población en general y utilizarlo como una forma de prevención3.

 

ENTRENAMIENTO, CONCENTRACIÓN, MEMORIA

Por último, el ejercicio físico también nos ayuda a mejorar nuestra capacidad de concentración y memoria. Esto se debe a que el ejercicio estimula la producción de neuronas que refuerzan nuestro sistema cognitivo. Ha leído bien; probablemente aún piense, tal y como nos enseñaron de pequeños, que nuestras neuronas están contadas y no producimos neuronas nuevas por lo que con la edad vamos perdiéndolas de manera irremediable. Sin embargo la ciencia ha cambiado este paradigma y el ejercicio hace que estos procesos degenerativos se ralenticen. Otros estudios recientes han demostrado que la práctica regular de entrenamiento de fuerza, como el levantamiento de pesas, pueden mejorar significativamente la memoria a corto plazo.

Y para no dejarnos a nadie atrás, cabe mencionar que ser físicamente activos incluso reduce significativamente la posibilidad de desarrollar enfermedades asociadas a la edad, como el alzhéimer o la demencia senil; o en el peor de los casos retrasa y reduce los síntomas. En definitiva, el ejercicio físico tiene numerosos beneficios para la salud mental, por lo que, sean cuales sean las barreras y motivos que encontremos, vale la pena ponerse manos a la obra. Tenemos a nuestro alcance la mejor medicina para mantener una mente fuerte y saludable, ¡no lo olvidemos!