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Cambio climático: China es la clave

Juan Villena

La COP26 de Glasgow tuvo lugar en el contexto de la pandemia, mientras que la COP27 de Egipto lo ha sido en el de la guerra de Ucrania. ¿Habrá influido su particular contexto en los dispares resultados obtenidos en ambos encuentros? Me atrevo a decir que sí, y añado que en una para bien y en la otra para mal. 


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Al comienzo de mi artículo sobre las expectativas de la COP26 (sept. 2021)2 decía que, «tras la COP3 de Kioto, que sentó los principios a seguir en la lucha contra el cambio climático, la palabra decepción es la que mejor calificaría los resultados de casi todas, aunque algunas abrieran la esperanza de que “ahora sí”». En el artículo posterior a ese encuentro (enero 2022)3 señalaba que eso fue lo que allí sucedió, al aprobar un Pacto para el clima que clarificó dónde había que incidir, marcó pautas de cómo hacerlo y hasta dio algunos pasos sobre ello, recuperándose la ilusión que proporcionó la COP21 de París. 
En ambos artículos reflexionaba sobre lo que había podido facilitar la pandemia los avances de la COP26. Por un lado, actuó como revulsivo sobre una humanidad envanecida, haciéndola tomar conciencia de su fragilidad los escenarios dramáticos que anticipaban  aquellos a los que el cambio climático nos arrastrará. Por otro, hizo comprender que superar las crisis solo es posible si el impulso abarca y mueve al conjunto de la humanidad, sin dejar de lado grupo alguno.
La COP27 de Egipto nos ha devuelto el desencanto, mostrando la fragilidad de un empeño, que se volatiliza al aflorar los intereses inmediatos e individuales de los países. Pobre balance cuando los dos logros que se computan a su término son, uno, mantener el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5º, y otro, aprobar el lanzamiento por la ONU del Fondo para Daños y Pérdidas provocados por el Cambio climático en las regiones más vulnerables.
Conviene decir que constituir un Fondo para fin tan loable es algo en lo que es difícil estar en desacuerdo, y que, en lo esencial, el Espíritu de la Pandemia se conserva todavía en cuanto a que los ricos alleguen recursos financieros a los pobres. Sin embargo todavía resta por definir y acordar sobre esta cuestión lo más elemental: quién contribuirá a dotarlo, quién podrá optar a beneficiarse, más allá de generalidades sobre incidencias del alza de los océanos y la violencia extrema de fenómenos atmosféricos, y, finalmente, cómo evaluar y aplicar la aportación a recibir por los que padecen los efectos. 
Lo que ese espíritu no conserva es lo que atañe a que la responsabilidad colectiva no es sino el producto de la asunción de las individuales. Para que el objetivo del límite al calentamiento se mantuviera en esta COP, la UE tuvo que esgrimir graves amenazas, dentro de su papel habitual de liderazgo. Pero el que nada se decidiera respecto a cómo llegar a lograrlo manifiesta el progresivo menor peso e influencia de Europa en el mundo; de nada sirve que la UE asuma compromisos de reducción de emisiones más y más agresivos, si el resto del mundo no se ve impelido a seguir ese ejemplo.
Preguntémonos ahora si ha influido la guerra de Ucrania en los resultados de la COP27. Esta guerra ha puesto de manifiesto dos cosas importantes. Una se refiere al punto donde nos encontramos en cuanto a la dependencia de las energías fósiles; la otra, quién tiene verdadera capacidad de mover la historia en uno u otro sentido. 
Mas allá del desesperado esfuerzo de Rusia por conservar el perfil de gran potencia, al menos por la dimensión territorial que sea capaz de aglutinar, y más allá de que esta guerra refleje la disputa entre democracia y autocracia, lo que ha generado es una crisis energética que ha puesto en cuestión ciertos sobreentendidos ya descontados: por una parte, el decaimiento y abandono de los combustibles fósiles, carbón, petróleo y gas natural, y, por otra, su plena sustitución acelerada por fuentes renovables, incluso descartando absurdamente la alternativa nuclear.
Mientras la nuclear sigue progresando en su control de riesgos y en las soluciones a sus residuos, felizmente se va aceptando que las renovables tienen también sus sombras y sus plazos, lo que siempre es el primer paso para solventar los problemas. Pero lo que está aún lejos de resolverse y aceptarse es el formato de decaimiento de los combustibles fósiles, debiendo contemplarse desde las múltiples perspectivas de los países involucrados.
En Egipto se ha aceptado el principio de contribuir a soportar los efectos globales del cambio climático en países con escasos recursos, pero se ha pasado de puntillas sobre cómo los países en desarrollo pueden acometerlo en bases limpias, sobre cómo aquellos que basan o apuntalan su riqueza precisamente en la producción de combustibles fósiles resolverán su decaimiento sin hundirse y, finalmente, sobre cómo los grandes emisores actuales de Gases Efecto Invernadero proseguirán su camino sin condenar al conjunto.
La respuesta a esas preguntas está en los compromisos que los países quieran asumir y no parece que la presidencia de los Emiratos Árabes en la próxima COP28 vaya a ser más activa sobre los combustibles fósiles que lo ha sido la de Egipto en la COP27, por su mismo perfil de productor.
A pesar de todo, sí se ha dado un hecho especialmente positivo en el encuentro de Egipto. India, el cuarto emisor después de China, Estados Unidos y la Unión Europea, se suma a estos dos al decidir derivar la cobertura de sus necesidades energéticas hacia un programa nuclear. Es un hecho trascendente porque clarifica el campo de juego y hace que el mundo focalice sus ojos en China, de quien verdaderamente depende el éxito o el fracaso del movimiento que nació en Berlín en 1995 y formuló sus aspiraciones en Kyoto. Esperemos que abandone su ambigüedad tradicional, renunciando al perfil de país en desarrollo para lo que le interesa, y asumiendo la responsabilidad que corresponde a quien se ve liderando nuestro mundo como Imperio del Centro.
 
 
 
1  En los años 90 ejerció como CEO de empresa cotizada, impulsor de la reducción de emisiones y de las renovables. Después, como emprendedor, creó una consultora especializada en confluir la actividad empresarial, la lucha contra cambio climático y la responsabilidad social, además de promover proyectos asociados.
2  ‡ https://www.ciudadnueva.com/articulo.php?articulo=3496
3  ‡ https://ciudadnueva.com/articulo.php?articulo=3558




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